La receta está muy ligada a la Cuaresma y al día de Todos los Santos, existe una leyenda sobre los buñuelos, y es que cada vez que comes uno se libera un alma del purgatorio. Creencias y leyendas aparte, los buñuelos están riquísimos, como más me gustan son recién hechos y acompañados por una buena taza de chocolate o de té. Y a vosotros, ¿os gustan los buñuelos?
INGREDIENTES:
200 ml de leche
100 ml de agua
150 gr de harina
40 gr de mantequilla
40 gr de azúcar + azúcar para rebozar
7 gr de levadura en polvo
4 huevos
ralladura de 1 limón
1 cucharada de anís
aceite de oliva suave o girasol
ELABORACIÓN:
1. En un cazo (que no sea muy pequeño) echamos la leche, el agua, la mantequilla, el azúcar, la ralladura y el anís.
2. Llevamos al fuego la mezcla anterior y cuando comience a hervir incorporamos la harina y la levadura de un golpe. Mezclamos con una cuchara de madera hasta que la masa se despegue de las paredes del cazo.
3. Retiramos del fuego y añadimos los huevos uno a uno, removiendo enérgicamente para que se integren bien.
4. Dejamos reposar la masa unos minutos para que pierda calor.
5. Formamos las bolitas (de unos 3 cm de diámetro) con ayuda de dos cucharas o con las manos enharinadas.
6. Ponemos al fuego una sartén con abundante aceite y cuando esté caliente freímos los buñuelos. Si el aceite está demasiado frío los buñuelos se hundirán y no se hincharán, es preferible que esté bien caliente pero sin que queme los buñuelos.
7. Una vez fritos, los colocamos sobre papel absorbente para que suelten el exceso de aceite. Por último, los rebozamos en azúcar blanca y servimos.
¡Buen provecho!
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