CENANDO CON EL LOBO FEROZ , manitas de cerdo en adobo.(EL DESAFIO)



Aunque los primeros días de Septiembre habían refrescado un poquito aquel día hacía muchísimo calor y es por eso que al estar tumbada debajo de ese gran árbol me costara mucho despertarme de la siesta. Cuando logré entreabrir los ojos el despertar no fue el esperado ya que a menos de un palmo me encontré al LOBO FEROZ. Imaginaros que susto y el grito que dí, si hasta se le rizaron un poco los pelos al lobo y todo jajajajajaja, ahora me río pero creerme que el susto fue tremendo.


Me escondí como pude detrás del árbol pero fue inútil porque al momento volvía a tener al lobo feroz cerca de  mí observándome con esos grandes ojos.  Que horror!!
Algo tenía que hacer y como suelo decir a menudo ese día no tenía yo "el chichi pa farolillos" así que decidí plantarle cara.



- A ver Lobo, que quieres de mí??- le pregunté intentando transmitir que no le tenía nada de miedo.
- Simplemente te observaba dormir, parecías tan.. tan... 
- Apetecible?? no estarás pensando en comerme??
- No no...  y no es porque no me parezcas de lo más jugosa - dijo con un tonito que no me gustó demasiado- solo buscaba un poco de charla.
- Ummmm  pues no sé si debo creerte porque no tienes muy buena reputación.
- Te entiendo,  tantos años oyendo esas cosas tan horribles sobre mí es normal tu reacción, pero como en todas las historias hay dos versiones, quieres escuchar la mía?
- Puede estar bien,  pero tendrá que ser mañana porque ya mismo anochecerá. En este mismo sitio y a la misma hora, yo traeré la cena y mientras me cuentas esa versión desconocida que me ha dejado tan intrigada.
- De acuerdo, aquí estaré....

Sin más me levanté y  me alejé sin echar la vista atrás. El camino a casa lo recuerdo como algo confuso porque al ir repasando lo que había vivido fui convenciéndome a mí misma que aquello que creía haber vivido tenía que ser sólo un sueño.
No pude evitar sentir una leve desilusión porque soy algo curiosa y me encanta que me cuenten historias, así que  al llegar a casa me dije que aunque aquello no hubiera sido real iba a preparar una cena pensada para el Lobo Feroz y acudiría a mi cita con él.
Enseguida empecé a pensar, que se le puede preparar al Lobo Feroz?? Entonces decidí repasar un poco la historia de este temido personaje de cuento y me fui directa a la listilla de la Wikipedia.
Siempre había pensado que fueron los hermanos Grimm quienes a principios de 1.800 habían escrito el cuento de Caperucita Roja tal  y como lo conocemos, al que dieron varias versiones. Con distintos finales, donde un leñador rescata a la niña viva de la panza del lobo y otra donde la abuelita se arma de valor y salva ella sola a su adorable nieta sin ayuda de nadie.
Pero no, fue el escritor francés Charles Perrault quién en el año 1.697 incluyó esta historia en un volumen de cuentos, donde este en concreto estaba destinado a prevenir a las niñas de los encuentros con desconocidos que podían ser muy peligrosos.
El lobo es protagonista en otros dos cuentos más, El lobo y los siete cabritillos y Los tres cerditos, todos en su papel de negativo y malo.
Ahora que me  había informado algo más sobre el lobo feroz tenía que centrarme en la cena. Al ser un picnic me apetecía unos sandwichs,  pero como no quería terminar siendo yo la cena me decidí por unas manitas de cerdo en escabeche, seguro que las preferiría crudas pero.... Ingredientes para 2 personas:

2 manitas partidas por la mitad.

1 cebolla.

2 clavos de olor.

1 diente de ajo. 

2 hojas de laurel.

5 granos de pimienta negra.

Para el escabeche:

1 cebolla. 

2 dientes de ajo.

150 ml. de vinagre.

Orégano en polvo.

Aceite, sal y pimienta negra.

1 taza de caldo de la cocción de las patas.

Preparación:
Empezaremos limpiando muy bien las manitas de cerdo. En una olla pondremos todos los ingredientes, los clavos de olor los pincharemos en las manitas de cerdo
Cubrir con agua, salaremos y cocer 1 hora. Pasado este tiempo sacaremos las manitas de cerdo y reservaremos una taza del caldo de cocción.
Ahora empezaremos con el escabechado para ello freiremos los ajos y la cebolla troceada en 4 cucharadas de aceite. Seguidamente pondremos la taza de caldo, vinagre, orégano y pimienta. Salaremos.
Hervir unos 5 minutos y apartaremos del fuego e introducimos las manitas escurridas en el escabechado. Dejaremos unas 2 horas mínimos, aunque como todos los escabechados cuanto más tiempo más bueno estará. Yo solo las tuve esas 24 horas así que perfectas para un lobo.

Al día siguiente y cuando lo tuve todo preparado me dirigí a mi cita. Mientras me acercaba al lugar me vino a la mente el cuento de caperucita roja y me puse a recoger unas cuantas flores como ella y así decorar un poco la cena. 

Al llegar al lugar de encuentro aún no había rastro del lobo pero  de todas formas decidí prepararlo todo y ponerme a cenar ya que sería un desperdicio desaprovechar ese entorno tan bonito y esos pies de cerdo que había preparado con tanto esmero.


Fui sacando todo de la cesta que llevaba y enseguida lo tuve listo para empezar a cenar cuando de repente y sin previo aviso volví a encontrarme esos grandes ojos a un palmo de mi cara. Volví  gritar y se le volvió a rizar los pelos al Lobo Feroz jajajajajaja.
- No estarás pensando empezar sin mí??
- Es que... perdona... pensé... Espero que te guste lo que te he preparado.
- Perfecto, empecemos- dijo seriamente y yo aquí empecé a "jiñarme" un poquito...

Ahí empezamos nuestra cita, tengo que decir que modales los justos porque no hay nada más desagradable que ver comer a un lobo, pero al menos le gustó y no dejó nada en su plato ni en el mío.


- Buenooo , impaciente me tienes por oír la otra versión del cuento.
- Impaciente dices??? pues empecemos enseguida.
Lo primero que tengo que decir es que he venido observándote por el camino y he visto que recogías flores igual que lo hizo caperucita roja en su día... cosa que no me ha gustado mucho.Pero empecemos por el principio.


"Yo soy el Lobo Feroz y me encanta el bosque, lo cuido y lo mimo lo mejor que puedo y  dedico la mayor parte del tiempo a mantenerlo limpio de los despojos y demás cosas que tiran los caminantes por aquí. Ellos llegan y sin mirar empiezan a cortar ramas y flores como tú.

La primera vez que vi a esa extraña niña vestida con esa capucheta roja me llevé un gran susto e hizo que me escondiera a observarla. Como veía que seguía arrancando mis flores, me acerqué a ella y le pregunté quien era. Ella me explicó una rara historia sobre su abuelita enferma y que su madre le había dicho que le llevaba la merienda sin entretenerse mucho. Seguidamente me dijo literalmente: aparta esas feas pezuñas tan peludas y grandes de  mi camino.


Vaya niña más mal educada y repelente es esta Caperucita Roja pensé yo, y la dejé pasar.   

Como me había dicho donde vivía su abuelita corrí para llegar antes que ella, aunque eso era fácil  porque ella seguía arrancando flores y pisando algún bichito que se cruzaba con ella.

Al llegar piqué y me respondió una dulce voz que me hizo pasar. Allí estaba su abuelita  enferma en la cama la cual me transmitía mucha ternura al verla tan débil y vulnerable.

Empecé a contarle mi encuentro con su nieta y que su actitud no me parecía la adecuada para su edad. La dulce abuela enseguida me dijo que lo que Caperucita Roja necesitaba era una lección ya que eso de ser hija única le hacía ser algo consentida  y necesitaba llevarse un escarmiento. Así que nos pusimos de acuerdo para que ella se escondiera debajo de la cama y yo con su camisón y gorro me hiciera pasar por ella y asustarle un poco. 
Así lo hicimos y cuando llegó Caperucita y se acercó a mí, empezó a mirarme con cara de circunstancias..
- Abuelita abuelita, que orejotas más peludas, feas y desagradables que tienes.
Ya estabamos con lo mismo "mis orejas" esas que intentaba disimular a toda costa y que más de una burla había recibido.
- Es para oír mejor tu dulce voz, mi niña guapa.
Caperucita Roja hizo una mueca que a mí me pareció de asquillo y siguió.
- Abuelita abuelita, que ojos más saltones y tienes estrabismo...
Con este comentario hizo que me acordara de todos los insultos que recibí en la manada acerca de mis ojos "desviados".
- Es para ver mejor tu carita de ángel, mi niña guapa.
- Bueno si tú lo dices... jijijiji- se burló Caperucita.
- Abuelita Abuelita que boca más grande tienes y esos dientes tan torcidos  y  negros tienes, puagggggg que asco abuelita...
Ahí es cuando cogí aire, me acordé de su queridísima madre , respiré profundamente y oí...
- Abuelita Abuelita a mí no te acerques que no quiero que se me pegue nada malo.
Entonces ya no pude más y me abalancé sobre ella esperando que la abuelita le echara la bronca por el numerito que había montado, pero justo en ese momento entró un cazador que pasaba por la puerta. Entró sin llamar y al verme tan enfadado pensó que quería comérmela y me atrapó para impedirlo. La abuela salió de debajo de la cama y ahí empecé a tranquilizarme porque con sus explicaciones todo quedaría resuelto y el cazador me soltaría.
En vez de eso me encontré con la sorpresa de que la "dulce Abuelita" empezó a gritar y decirle al cazador que me llevara lejos de allí. No tuve tiempo de explicarme y tampoco hubiera servido de nada, era fácil creer antes a una dulce abuelita y a una inocente niña que a un cruel lobo.
A partir de ese día pasé a ser el Lobo Feroz al que todos temían. No tuve la oportunidad de ayudar a los cerditos a construir un hogar sólido entre todos, ni cuidar de esos cabritillos cuando su madre iba a por comida. Hiciera lo que hiciera ellos montaban  el cuento a su manera y siempre el que salia perdiendo en la historia era yo.
Sigo observando a los humanos desde la distancia y veo que la cosa incluso ha empeorado, seguís montando el cuento a vuestra conveniencia, sin pensar que con ello podéis hacer mucho daño a terceras personas..
Esta es mi versión de la historia."
Al acabar su relato se hizo el silencio y no pude más que mirarlo sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. Había empezado a anochecer y fue fácil que mis ojos se empezaran a cerrar y me quedara dormida,  su relato no me había asustado lo más mínimo.
Al despertar enseguida busqué al lobo con la mirada... ni rastro de él.... también me dí cuenta que tampoco había rastro de la cena, ni de nada. Ayyy todo parecía tan real.
Bastante aturdida me levanté y me dispuse a regresar a casa, repasando toda aquella historia. Para mí era fácil creer al Lobo porque desgraciadamente vivimos a diario injusticias similares que arruinan de por vida a personas que no tienen ninguna culpa de la maldad de otras. Pero yo sigo creyendo en la bondad de la gente...
Aquella noche cuando me disponía a acostarme a lo lejos, desde las montañas se oyó a un lobo aullar. Jamás se había oído antes y eso más que inquietarme me dejó una bonita sensación que hizo que esa noche durmiera plácidamente!!
A partir de ese día el cuento del lobo Feroz para mí tenía otro sentido totalmente distinto y empecé a contárselo así a mis peques.


Con esta entrada participo en un juego encadenado "¿Quien viene a cenar?" que en su día lanzó Patricia del blog Dime que es Viernes y con la que abro la segunda temporada. Fui retada por mi queridísimo Jose del Blog Aisha Kandisha quien invitó a cenar a Lorca. Desde aquí te doy de nuevo las gracias por pensar en mí para el desafio, ya sabes que me lo he pasado bomba haciendo esta entrada.
Ahora me toca retar a mí jejejeje (risa de bruja malvada de cuento, que viene como anillo al dedo) y reto a..... a.... a.... vale vale impacientes!! A Belén del blog  El toque de Belén. A lo largo de estos últimos meses he creado una amistad preciosa con ella y estoy segura que hará una entrada muy bonita.
Y como a ella todo lo relacionado con la nutrición le gusta mucho, le reto a cenar con FRANCISCO GRANDE COVIÁN, médico e investigador que nació en su querida Asturias. Espero que disfrutes haciendo este reto, sino es así tengo pendiente de invitarte a cenar de verdad... jajajaja. 
Ahora tic - tac.. tienes 20 días a partir de yaaaaaa.

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