Me encantan los cereales. Me chiflan. Podría vivir de ellos (y de helado, salsa Tabasco y gazpacho). No me gustan con leche, porque detesto la leche (vaya uno a saber por qué, de pequeña podía beberme un litro diario sin grandes problemas), pero me los como solos, con yogur y hasta con zumo de naranja.
El problema que tienen los cereales digamos "comerciales", los del súper, es que si uno mira los ingredientes acaba con el estómago revuelto. Montones de grasas vegetales, azúcares y cosas que uno no sabe muy bien de dónde salen.
Y el problema que tienen los cereales digamos "sanos" de tienda de dietética, es que no hay quien se los coma. A mí siempre se me hace bola. Y qué aburridos que son.
Lo curioso del tema es que hacer tu propio muesli o cruesli o como sea que le llames, para desayunar es ultra fácil. Y bastante rápido. Y además le puedes poner los ingredientes que quieras.
Así que hoy os cuento cómo podéis preparar cereales para el desayuno sanos y ricos. No es una receta, porque soy incapaz de seguir dos veces la misma receta. Me moría de la risa con el post de Paloma sobre la mermelada de moras, porque yo soy exactamente igual, para mí todo es a ojo (como habréis notado en cada uno de los posts de este blog).
De hecho hace unos años mi mejor amigo había venido a casa a cenar y mientras hablábamos de cómo había cocinado lo que fuera que estaba en el fogón, Joan me dijo: "Madre mía, es que no sabes hacer ningún plato sin cambiarle algo". En ese momento estuve a punto de protestar airadamente... pero la verdad es que con el tiempo me he dado cuenta de que es totalmente cierto. Y es así en todos los aspectos de mi vida.
Vamos, que yo no quiero aprender a hacer un determinado muñeco de ganchillo y repetirlo ad eternum, sino que quiero aprender cómo hacer círculos y esferas y diferentes efectos y después aplicarlo a lo que a mí me dé la gana. O no quiero aprender a editar las fotos en Photoshop de una sola manera, sino que quiero saber cómo y por qué mejoran. Eso no significa que siempre lo aprenda a hacer todo, sino que ese es mi objetivo (y por eso muchas veces empiezo la casa por el tejado y tengo tres millones de cosas a medias).
Así que hoy no va a ser ninguna excepción. Os voy a explicar cómo podéis hacer cereales... pero los que vosotros queráis con lo que tengáis en casa o con lo que más os guste. Lamento no ser más exacta, la verdad es que no sé cómo.
¿Qué necesitáis?
Cereales (la avena es el más fácil de conseguir, pero en tiendas de dietética seguro que encontráis de todo)
Frutos secos (avellanas, nueces, almendras...)
Fruta seca (pasas, coco, papaya, piña, plátano...)
Semillas (de girasol, de calabaza, de lino, de amapola...)
Líquido o crema (miel, sirope de arce, mantequilla de cacahuete, mantequilla de almendras...)
Aceite neutro (girasol, sésamo...) (opcional)
Le podéis poner también trocitos de chocolate, pero yo no os he dicho nada ;^)Lo primero que tenéis que hacer es mezclar todos los ingredientes menos vuestro líquido. Podéis hacer la proporción que queráis, pero generalmente se mezcla una parte de cereales por una parte de frutos secos, fruta seca y semillas JUNTOS. Por ejemplo: una taza de copos de avena y una taza de pasas, avellanas y semillas de girasol. Yo os aconsejaría esa cantidad de frutos como máximo, porque si no los cereales os quedarán muy dulces (no "demasiado", que en eso también estoy de acuerdo con Paloma ;^)) pero si queréis podéis reducir un poco la cantidad de frutos.
Si usáis frutos secos enteros, mejor darles un golpe de picadora o de mortero antes de meterlos en la mezcla, para que queden en trozos pequeños y más disimulados. No pasa nada si los dejáis enteros, claro, pero si los picáis un poco soltarán parte de su aceite y le darán más gusto a los cereales.
Mientras tanto pondremos a calentar en un cazo nuestro líquido. Normalmente usaremos media parte. Vamos, que si hemos usado una taza de cereales y otra de frutos, usaremos media taza de líquido, por ejemplo. Puede ser una sola cosa o pueden ser dos o más (por ejemplo, yo he probado una mezcla de miel y mantequilla de cacahuete y es espectacular!). Si queréis podéis añadir un par de cucharadas de aceite de gusto neutro (girasol, por ejemplo) a vuestro líquido, para evitar que se queme.
El único objetivo de calentar el líquido es que se vuelva precisamente eso, más líquido, y se pueda mezclar con facilidad con los cereales, así que enseguida que veáis que ha perdido su consistencia, ya podéis sacarlo del fuego e incorporarlo a vuestro bol de ingredientes secos. Hay que mezclar con vigor, porque los cereales sin tratar tienen tendencia a chupar el líquido como locos. Así que hay que darle caña hasta que todo esté bien mezclado.
Llegados a este punto podríais formar bolitas con la mezcla o meterla en un molde, esperar a que se enfríe del todo y cortarla en porciones. Vamos, que ya se puede comer sin ningún problema. Pero, ¿cereales crudos? A-BU-RRI-DO. Vamos a darles un último toque para queden crujientes y se conserven mejor.
Encenderemos el horno a una temperatura baja, 120-130 grados. Forraremos una bandeja con papel de horno y esparciremos nuestra mezcla sobre él. Lo metemos en el horno durante una media hora y removemos de vez en cuando.
¡Y ya está! Cuando empiecen a estar doraditos, sacad vuestros cereales del horno, esperad que se enfríen y guardadlos en un bote hermético. Si hay algún pedazo grande que haya quedado pegado, rompedlo en trocitos. Ya tenéis cereales para dos o tres semanas, si es que no arrasáis con ellos antes.
Servidlos con un poco de fruta, con leche, con zumo... o de mi manera favorita, con yogur y compota de manzana casera (prontito os explico cómo la hacemos en casa). Queda feo decirlo, pero yo lamo siempre el bol ;^)