Bizcochos, tutoriales para blogueras, consejos para salir bien en las fotografías y ahora mermelada, ¡soy una mujer del renacimiento! Bueno, después de este arranque de humildad que me ha dado, voy a lo mío: efectivamente, sé hacer mermelada (lo digo con el orgullo de quien sabe desactivar bombas o hacer crochet). Que vosotros diréis «¿Para qué vas a hacer mermelada, Jessi, si comprarla es muy barata?» y yo os contesto: Es que soy muy fan de la película Baby Boom (o Baby, tú vales mucho), esa de Diane Keaton que hereda un bebé y se lía a hacer compota de manzana como si no hubiese un mañana. (También soy muy fan de Diane Keaton). Bueno, eso y que la mitad del árbol de ciruelas de mi vecino cae en mi jardín y hace un par de semanas lo mismo recogimos 4 kilos de ciruelas amarillas (así con la tontería). Y bueno, después de las berenjenas rellenas, a mí esto me parecía el siguiente paso lógico.
Busqué la receta en Internet y qué horror. No hay que fiarse de lo que te digan en Internet, sobre todo cuando de limones se trate. Me explico, la receta es la siguiente:
Ingredientes
1kg de ciruelas amarillas (deshuesadas y sin piel)
500gr de azúcar
Pasad por la batidora el kilo de fruta ya sin hueso ni nada (no pasa nada si dejáis alguna ciruela con piel) junto con el azúcar. (No pongáis limón, hacedme caso).
Opcional: dejad reposar la mezcla una hora.
Una vez hecho puré, vertedlo todo en una cacerola y ponedlo a fuego medio durante 40 minutos, dándole vueltas todo el rato.
La mermelada estará lista cuando veáis que pasado ese tiempo coge consistencia (tranquilos que al enfriar espesa un poco).
Cuanto esté preparada, envasadla en algún tarro de cristal previamente desinfectado (o sea, hervido en agua). Llenad el recipiente hasta los topes, que la mermelada no sube como los bollos; cerradlo y dejad reposar la mermelada entre 10 minutos y 48 horas boca abajo (aquí Internet es un poco ambiguo, como veréis. Dejadlo todo el tiempo que podáis, si tenéis muchas ganas de comeros una tostada pues pasad de esto, ¿por qué no? Pero dejad que se enfríe porque si no os va a sentar FATAL).
Adornad el tarrito con etiquetas o trapitos, que siempre hace mucha ilusión esto ¿no?
Hacéos unas tostadas de vuestra mermelada con Philadelphia (que es el siguiente nivel de las tostadas, la mantequilla MEH).
Sacadle una foto para Instagram*.
Coméos la tostada.
*Nota: Importantísimo el paso 8. Si no le hacéis la foto, ni os comáis la tostada, porque ¿quién quiere comerse algo que no ha visto nadie en las redes sociales? Vamos, hombre.
En fin, como os decía antes: bajo ningún concepto se os ocurra poner limón nunca a una confitura, que luego es a lo único que sabe (de ahí que haya aprendido cómo arreglar una mermelada ácida). Si ya es demasiado tarde y os ha salido una confitura acidísima, arreglarlo es muy fácil: volvéis a echar la mezcla a la cazuela, le añadís más azúcar y a remover. Fácil, sencillo y para toda la familia.