Este blog ya huele a verano y nos hemos entregado a las recetas veraniegas sin remedio. El producto que traigo hoy es un ingrediente perfecto para esas recetas: los tomates secos. Esta delicia es típica de Italia y se utiliza en multitud de platos. Un tomate seco es un tomate maduro que se ha secado al sol: se parte en dos y se coloca con la piel hacia arriba. El proceso dura unos cuatro días y lo que se obtiene es una especia de pasa con un intenso sabor.
Pero si no te apetece ponerte a secar tomates en el balcón, los puedes conseguir en cualquier supermercado y se consumen directamente así o hidratándolos. Yo los prefiero hidratados y hoy vamos a aprender como se hace.
1. Tenemos que poner los tomates secos en remojo en abundante agua: si está caliente unos 20 minutos y si el agua está a temperatura ambiente necesitarán de una hora como mínimo. Es recomendable utilizar agua mineral para que los tomates no cojan ningún sabor extraño.
2. Una vez estén tiernos, los dejamos escurrir y enfriar.
3. Metemos los tomates en un bote y los cubrimos de aceite. Podemos añadirle hierbas aromáticas al gusto: yo le he añadido un diente de ajo, albahaca y romero fresco, además de unos granos de pimienta negra.
Una vez preparado, el tomate es perfecto para utilizar en ensaladas, sandwiches, canapés, quiches...
Esta semana traigo novedad y son los monográficos: significa que las entradas de la semana girarán en torno a una misma temática. Por ejemplo, esta semana el blog estará dedicado a los tomates secos: el lunes, aprendemos a hidratarlos, el miércoles, decoramos un bote bien chulo para conservarlos y el viernes, por fin nos lo comemos, haciendo dos recetas riquísimas con los tomates como ingrediente estrella.
Espero que esta serie de post te gusten y nos veamos por aquí el miércoles para hacer unos botes como estos.