En la última década se ha ido introduciendo con más fuerza en Europa uno de los placeres más deliciosos de Latinoamérica: el dulce de leche. Éste es el nombre que se suele usar en Argentina o Paraguay para esta mezcla de color caramelo, pero su denominación varía dependiendo del país. En Colombia y Venezuela es conocido como Arequipe; en Bolivia o Panamá como Manjar Blanco; y en los países centroamericanos como Cajeta. Existen aún más, pero en todos ellos la leche y el azúcar son los ingredientes estrella.
Un origen muy incierto
Marta Cruz, desde la filial madrileña de La Franco Argentine, una productora europea de este dulce, nos asegura que "su origen no es muy claro, pues la receta del dulce de leche es tan antigua que no se sabe quién tuvo realmente la primera idea". Cada país se considera la cuna de este manjar, pero son tantas las leyendas que hay sobre su nacimiento que se hace muy difícil determinarlo.
Uno de los múltiples relatos que se conocen sobre el surgimiento de esta crema es la que, por ejemplo, facilita La Franco Argentine. En este caso, se atribuye la invención de este dulce a un descuido del chef del ejército de Napoleón. Debido al fragor de una batalla, se le olvidó retirar del fuego la leche con azúcar que los soldados tomaban diariamente, lo que dio como resultado una mezcla de consistencia y sabor exquisito.
Independientemente de su origen, en todos los países la base de la receta es la misma: leche con azúcar calentada hasta adquirir el aspecto caramelizado que la caracteriza. Luego, como explica Cruz, "la diferencia de texturas y resultados puede provenir tanto de la calidad de la leche empleada como del tiempo de cocción". Además, "al gusto del caramelo se le pueden agregar otros componentes para darle otro sabor, como por ejemplo, la vainilla".
Acompañamiento frío y natural
El dulce de leche no se suele consumir sólo, sino que es más común que se empleé, como bien nos explican desde La Franco Argentine, "como acompañamiento de yogures, crepes, gofres, tostadas y frutas, o como relleno de tartas, hojaldres o todo tipo de pasteles". Se trata de una crema que permite multitud de variaciones y que le da un sabor exquisito a todo aquello a lo que se lo queramos añadir.
Normalmente se suele presentar frío. El elaborado en casa se guarda en frascos de cristal que, después del primer uso se meten en el frigorífico. Pero también hay presentaciones industriales que pueden llegar a ser de 5, 7 ó 14 kilos. La elaboración artesanal está cayendo a favor de la realizada en fábricas porque, según nos explica la experta, "con la vida actual son muchos los que prefieren comprarla hecha que pasarse muchos minutos removiendo la leche".
A pesar de que tanta dulzura nos parezca perjudicial para la salud, Marta Cruz destaca que "el dulce de leche es un producto saludable porque no presenta ni colorantes ni conservantes. No hay mejor conservante que el propio azúcar y el color caramelizado es el resultado del calentamiento de la leche". Además, afirma Cruz que "se tiende a usar últimamente leche descremada en su elaboración lo que produce que sólo tenga grasa en un 5%".
El sabor caramelo de este delicioso dulce se introdujo en Europa principalmente a través de gustos de helado. Sin embargo, en los últimos años, su distribución en supermercados en envases grandes está aumentando considerablemente. Esto se debe, en parte, a la propia demanda de los inmigrantes latinoamericanos que añoran los sabores de su tierra pero, también, a la innegable caída en esta tentación que cada vez más personas tienen.
Imagénes: Facilisimo.com y La Franco Argentine.