El colesterol de por sí no es malo. Más bien al contrario: es una grasa presente en el flujo sanguíneo, necesaria para funciones vitales del organismo: celulares, hormonales, neuronales, digestivas... Aunque el cuerpo puede sintetizarlo por sí mismo (por eso hay personas que genéticamente son más propensas a tener el colesterol alto), también podemos adquirirlo mediante la alimentación. Cuando hay demasiado, se pega a las paredes de los vasos sanguíneos atascando la circulación (arteriosclerosis).
"El problema del exceso de colesterol es que sube la tensión arterial. Cuando sobra colesterol, el cuerpo tiende a guardarlo y se queda atascado", nos aclara Elena Munar, dietista-nutricionista. Cuanto menos espacio tengan las venas y arterias, más dificultades tendrá la sangre de llegar a órganos vitales como cerebro, corazón o pulmones.
Se trata de un riesgo, pero silencioso. Las complicaciones de salud suelen aparecer en edad madura, por eso es tan importante prevenir desde la niñez, suministrando a los pequeños una dieta variada y sana y animándoles a practicar ejercicio físico moderado. Lo mismo vale para los mayores: aún no es tarde para cuidarte. Toma nota de algunas pautas que pueden ayudarte a controlar el colesterol alto.
Grasas saturadas e insaturadas
Para empezar a tomar conciencia del problema, tendrás que conocer qué tipos de grasas podemos obtener de la alimentación:
Grasas saturadas: "son las grasas malas, que se encuentran en la nata, la mantequilla, la repostería industrial, aceite de coco y palma (los que suelen aparecer en las etiquetas genéricamente como 'aceites vegetales'), patés, foie gras, embutidos, fiambres, carnes grasas y semigrasa (la parte blanca que vemos) y lácteos tipo queso. Una persona con colesterol alto tiene que reducir o eliminar su consumo", nos detalla Elena Munar.
Existen dos tipos de colesterol, el HDL o bueno (High Density Lipoproteine, lipoproteína de alta densidad) y el LDL o malo (Low Density Lipoproteine, lipoproteína de baja densidad). El LDL es el que presenta riesgo cardiovascular porque es el que se acumula en la sangre produciendo arteriosclerosis, mientras que el bueno o HDL, limpia las arterias del malo o LDL. Las grasas saturadas son ricas en LDL, de ahí la necesidad de consumirlas en pocas cantidades o eliminarlas si se padece hipercolesterolemia.
Grasas poliinsaturadas: "son los llamados omega 3 y omega 6, procedentes de pescados azules, frutos secos y aceites de semilla como maíz y girasol. Surten un efecto protector porque disminuyen la viscosidad de la sangre, pero hay que aclarar que no destruyen el colesterol. Hacen la sangre más fluida y que la tensión no suba".
Grasas monoinsaturadas: "las encontramos en el aceite de oliva, el aguacate y la nuez". Sólo éstas disminuyen la tasa de colesterol porque, al ser ricas en HDL, desatascan los vasos sanguíneos y evitan que el LDL se pegue en las arterias.
¿Qué son las grasas trans?
"La grasa hidrogenada o trans no es más que una grasa que el hombre se ha inventado. La industria alimentaria la añade a margarinas, bollería, fritos, precocinados... para hacer el producto más rico, jugoso, palatable, apetecible y que se conserve mejor", nos explica Elena Munas. Esta grasa artificial se comporta en el organismo como una grasa saturada.
La experta nos ofrece un ejemplo muy gráfico. "¿Por qué el pan de molde es tan blando, tan apetecible y no se seca en dos días, como haría el pan normal? En teoría el pan no ha de tener más que agua, harina y sal, sin embargo, panes procesados, como el de molde, contiene grasas hidrogenadas en su composición para que se conserve mejor y sea más atractivo a la vista y al paladar". De ahí la importancia de vigilar en la composición de los alimentos procesados de qué tipo son las grasas que contienen. Obviamente, las grasas trans deben desaparecer de la dieta de una persona que tenga el colesterol alto.
Los principales amigos del colesterol son los snacks fritos y la bollería industrial. "En el primer caso, las grasas hidrogenadas del producto se unen a un exceso de sal, que sube la tensión arterial; en el segundo, las trans se complementan con los hidratos de carbono simples o azúcares", apunta la dietista-nutricionista. "Yo siempre recomiendo que no tengan estos productos en casa. Hay que comerlos cuando la vida nos lo imponga -como en situaciones sociales o de compromiso-, pero tener acceso diario a ellos es muy perjudicial. Son alimentos de consumo ocasional".
Una recomendación más: los aceites vegetales (semillas y oliva) no tienen colesterol en crudo, pero alteran su composición en cuanto se cocinan. Por eso, generalmente, se prohíben los fritos en las dietas para controlar el colesterol. Sin embargo, a la hora de freír es mejor el de oliva porque sus grasas monoinsaturadas son más resistentes a la alteración química que produce la cocción y porque los alimentos lo absorben menos. Los aceites de maíz o girasol se oxidan fácilmente con el calor, y, aunque este fenómeno se puede contrarrestar con antioxidantes, lo ideal es moderar al máximo su uso.
Consejos para bajar el colesterol
Para prevenir enfermedades coronarias, el primer paso es mantener un régimen alimenticio equilibrado: la pirámide nutricional puede ser un buen ejemplo para organizar las cantidades y los tipos de alimentos que hay que consumir. Se aconseja ingerir un 50% de hidratos de carbono (cereales, pan, patatas, legumbres, frutas, verduras), 20% de proteínas (carnes, pescado, huevos) y un 30% de grasas. En el caso de que padezcas hipercolesterolemia, te ofrecemos las recomendaciones de la dietista-nutricionista Elena Munar:Disminuir al máximo la grasa saturada que se consume, pero también la sal, que sube la tensión. Alimentos ricos en sal son, por ejemplo, los snacks, las aceitunas (que de por sí, son muy sanas, pero se venden muy saladas) y quesos curados.
Reducir el consumo de hidratos de carbono simples o azúcares. Normalmente vienen asociados con la bollería, duplicando su riesgo por el alto contenido de grasas.
Aumentar el consumo de fibra, que capta el colesterol. Es como si actuase como hojarasca dentro del intestino, arrastrando el colesterol e impidiendo que el torrente sanguíneo lo absorba. Hay que comer muchas legumbres, verduras, frutas con cáscara y el pan integral, pero el de toda la vida, de la panadería.
Antioxidantes: es fundamental consumir alimentos ricos en antioxidantes, porque cuando se oxida el LDL, coge la forma perfecta para anclarse a los vasos sanguíneos.
El poder de los antioxidantes
Las vitaminas A, C y E y los minerales zinc y selenio forman el selecto grupo de los antioxidantes. "Estas sustancias reducen o impiden la oxidación de las partículas grasas y su acumulación en los vasos", nos explica Elena Munar. El consumo de los siguientes productos te proporcionará un aporte extra de antioxidantes:
Vitamina C: los cítricos, las espinacas y los pimientos.
Vitamina E: el aguacate, los vegetales de hoja verde y los frutos secos.
Vitamina A: la zanahoria, la calabaza, el pimiento rojo y el tomate. Todas las frutas y hortalizas que tengan color rojo o naranja.
Zinc: los frutos secos, las semillas de calabaza, los cereales, el pescado, el marisco y las legumbres.
Selenio: los cereales integrales, el pescado y el marisco.
Por último, el vino es un potente antioxidante con el que debemos contar, moderadamente, para controlar el colesterol. "El vino tiene antioxidantes que permiten relajar y bajar la tensión arterial. Sin embargo tiene alcohol: tiene una de cal y otra de arena. Es mejor no pasarse de un vasito en las comidas". Una vez más, la dieta mediterránea nos dará las claves para una vida saludable y feliz.
Otros temas que te pueden interesar: Recetas para reducir el colesterol (I) y Recetas para reducir el colesterol (II)
Imágenes por orden de aparación: le vent le cri/Flickr; HazPhotos/Flickr; Rene Schwietzke/Flickr; woodleywonderworks/Flickr; Rupert Ganzer/Flickr; U.S. Department of Agriculture/Flickr; Jun Seita/Flickr; foodswings/Flickr y Emiliano de Laurentiis/Flickr.