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En la fruta, las verduras y productos lácteos se encuentran los carbohidratos simples que contienen vitaminas y minerales. Los carbohidratos complejos son más ricos en almidón, y son los que tienen las legumbres, el pan y cereales integrales.
El origen de su gran aporte energético reside en que el azúcar es su componente básico y fundamental (uniones de carbono, hidrógeno y oxígeno, de ahí el nombre de este nutriente). Los carbohidratos se descomponen en glucosa una vez entran en nuestro organismo, la cual es la principal fuente de energía del cuerpo humano. Por cada gramo de carbohidratos que ingiramos, estaremos recibiendo cuatro kilocalorías. Al final, una pequeña parte va a parar al hígado y a los músculos (glucógeno), y el resto se convierten en grasas. Por ello, es aconsejable tomar en la medida adecuada alimentos con carbohidratos complejos, es decir, pastas, pan o dulces, sobre todo si no se realiza mucha actividad física que pueda quemarlos.
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Para mantener una buena alimentación, los hidratos de carbono deben suponer algo más de la mitad de calorías que se tomen diariamente, preferiblemente de los ricos en almidón, fibra, minerales y vitaminas: fruta, verduras, arroz, pan y cereales integrales y legumbres. En las pirámides alimenticias o ruedas de alimentos se puede consultar la frecuencia más adecuada de su ingesta.
¿Conocías en qué alimentos se encuentran los hidratos de carbono? ¿Cuidas la cantidad de estos que ingieres?
Texto de Pablo Girón