Podría comer fresas hasta hartarme si estuviesen acompañadas de nata (crema de leche), en una tarta, en mermelada,... Sin embargo, soy un poco reacia a comerlas solas, a no ser que estén muy maduras y, por lo tanto, muy dulces. El problema para mí es su acidez que no termina de agradarme del todo, pero desde hace un tiempo encontré la solución para comerlas frescas y sin añadirles muchas calorías: el vinagre.
Añadir vinagre a las fresas. Ya, ya sé que el vinagre es ácido también pero, al contrario de lo que pueda parecer, el vinagre junto a unas cucharadas de azúcar, hacen de las fresas las frutas más dulces que nunca hayáis probado.No notaréis la presencia del vinagre y, además del resultado de la presencia de éste con las fresas y el azúcar, resultará un almíbar o una especie de jarabe de fresas con el que disfrutaréis de lo lindo.
Os propongo prepararlas así la próxima vez, y no les comentéis al resto de los comensales que tengáis en la mesa que les habéis añadido vinagre. ¡No lo notarán, y no podrán parar de comerlas!
- 600 gr. de fresas
- 2 cucharadas soperas de vinagre de Módena
- 3 cucharadas soperas de azúcar (no es mucha cantidad en proporción a la cantidad de fresas, así que no os asustéis que no es muy calórico)
Lavaremos bien las fresas, les quitaremos las hojitas y, si tienen carne blanca en la parte superior, también se la retiraremos, quedándonos sólo con la carne roja de las fresas.
Trocearemos las fresas en cubitos o en rodajas, como más nos guste.
Las pondremos en un bol, junto a las dos cucharadas soperas de vinagre de Módena y las tres cucharadas soperas de azúcar.
Con una cuchara lo mezclaremos, taparemos con papel film y lo llevaremos a la nevera un par de horas.
El resultado será unas fresas dulces, sin acidez, y en el fondo del bol veréis como se ha creado el almíbar o jarabe de fresas del que os hablaba al principio.
Las fresas estarán listas para servir.
Si queréis presentarlas como en la foto, necesitaremos copas (las normales de vino sirven), reservar una parte del jarabe resultante de la maceración con el vinagre y un poco más de azúcar.
Empaparemos los bordes de las copas en el jarabe de fresas y las dejaremos escurrir boca abajo sobre una rejilla.
En el mismo jarabe, y después de haber mojado los bordes de todas las copas que vayamos a utilizar, pondremos más azúcar hasta conseguir una pasta espesa. Volveremos a pasar los bordes de las copas por esta pasta y los dejaremos reposar boca arriba.
En mi caso, quizá debí ponerle algo más de azúcar para que no chorrease por la copa, pero quedó un efecto bonito a mi juicio.
Por último, rellenar las copas con las fresas y el jarabe que no hayáis utilizado.
Y con esa mezcla de azúcar y jarabe de fresas, para aprovecharlo, podéis utilizarlo añadiéndolo a la masa de un bizcocho.
Y con esta receta participo, por primera vez, en el Reto Color y Sabor de temporada, en el que como su propio nombre indica se nos reta a cocinar vegetales que estén en temporada. En esta ocasión, las opciones eran fresas y brócoli. Cualquiera de las dos me gustaba, pero finalmente el hecho de tener más de un kilo de fresas en la nevera fue decisivo.
Gracias por suscribirte, Un beso. Chus