Por lo general, una gran variedad de platos de mayor o menor sofisticación inundan las mesas para las celebraciones de las bodas. La selección de un menú que se ajuste a las expectativas de los novios y, por supuesto, de los invitados, suele traer muchos quebraderos de cabeza. Para que no tengas problemas a la hora de componer tu menú nupcial, te damos algunas pautas para conseguir que los invitados disfruten al máximo de la celebración de la boda.
Para la bienvenida
Las bodas, al igual que todo, evolucionan con los años. Antes no era nada habitual ofrecer una recepción a los invitados previa al banquete. Ahora es muy común degustar unas delicatesen acompañadas de buen vino en una sala o jardín junto al salón de la celebración, para que los invitados vayan abriendo boca mientras los novios terminan de hacerse las fotos.En estas recepciones se deben servir canapés ligeros con el fin de no llenar el estómago de los asistentes antes de tiempo. Aquí caben desde pequeñas croquetas, hasta tartaletas con cremas de queso, salmón o caviar, así como tostas de pequeño tamaño cubiertas de ingredientes sencillos, pero muy decorativos. Por supuesto, todo ello regado con vino, cerveza o algún refresco.
Entrantes y marisco
Los entrantes también evolucionan a combinaciones más sofisticadas. Lo que hace años era, en general, un plato de entremeses surtidos, se convierte actualmente en recetas tan elegantes como los champiñones rellenos gratinados, que degustó nuestra amiga Tania, conocida en el foro como Aitania, en su boda, los bocaditos de rosada de Ana, AIC para los amigos de facilisimo.com , las tartaletas de espárragos de la boda de Belén, nuestra Lenchu, o los hojaldres de setas y beicon que probó Ana, apodada Escarly.El marisco es parte imprescindible de todo menú nupcial. En las bodas celebradas en Galicia, te puedes encontrar con surtidos compuestos de vieiras, centollos, almejas y langostinos, entre otros, como nos comenta nuestra amiga Laura, Laureta25 dentro de los foros. Pero por lo general, unos langostinos, cocidos o a la plancha, o unas cigalas, son una buena opción. Si los quieres con un toque elegante, puedes hacer como nos comenta Escarly: saquitos atados de gambas y ajos tiernos.
Carne, sorbete y pescado
Tradicionalmente, se servía tras los entrantes un consomé o sopa antes de la carne o el pescado. Y digo o, porque lo lógico es que hubiera para elegir. Actualmente, la tónica general es encontrarse con las dos opciones, separadas, ambas, por un sorbete de cava. El más conocido es el de limón, pero ya no es el único. Puedes encontrar de manzana y uno tan exótico como el de mandarina al pacharán que puso Kachyri en su enlace.Los pescados ofrecidos son infinitos: desde lubina hasta merluza, pasando por rape, rodaballo o lenguado. Lo importante es la salsa con la que se aderece. En cuanto a la carne, depende mucho de la zona geográfica donde se realice la boda. Por ejemplo, si es en Ávila, un buen chuletón no puede faltar. Si hablamos de Segovia, el cochinillo es el plato estrella. El cordero también es una opción muy acertada, al igual que el solomillo.
La guinda final
Aunque nos cueste concebir una boda sin su corte de tarta nupcial, hay personas a las que no les gusta este proceso y lo que hacen es presentar un postre especial y descartan el pastel. Aún así, sigue siendo frecuente ver la tarta entre los postres. Lo normal es presentarla junto con algún helado que combine bien con ella.Algunas delicias que puedes poner para finalizar el menú son una tarta de San Marcos con bocaditos de chocolate y delicias de nata (crema de leche) como nos comenta AIC, tarta de almendra con helado tres chocolates que ha probado Escarly o una tarta también de San Marcos, pero acompañada de una tulipa de chocolate rellena de helado, idea de Aitania.
Si combinas bien los platos, es más que seguro que la celebración sea un éxito. Se suele pensar que lo mejor es que haya mucha comida, pero una presentación especial y productos de primera calidad son mucho más importantes. Pero sobre todo, no hay que obsesionarse con la idea de que los invitados puedan quedar con hambre. Eso nunca ocurre en una boda.