Tener mascotas engancha. El que lo prueba, repite. Menos yo, que lo pasé tan mal cuando se murió nuestra gatita Flor que ya no quiero volver a pasar por lo mismo. Estuve tres días llorando sin poder parar, y tenía que salir a la calle a ver si me contenía un poco. En una de esas me encontré en un gran centro comercial, en una tienda de mascotas, todavía no sé cómo llegué allí. Sólo recuerdo que estaba frente a las latas de Whiskas gran selección paté con atún, llorando como una Magdalena y no era porque tuvieran mala pinta ni porque fueran muy caras, es que era lo único que comía que no le hubiera preparado yo. Era una gourmet mi gatita. Nada de comida enlatada.
Mi vecina Paula es de las que siempre tiene mascotas, perros en concreto. Cuando el último pasó a mejor vida, poco tardaron ella y su familia en adoptar otro. A Paula le saltó en Facebook un anuncio de una señora de El Rincón de la Victoria que se dedica a recoger perros abandonados o que la gente no quiere porque los suyos han tenido camadas y no saben qué hacer con ellos. Ella los vacuna, les pone chip y los alimenta hasta que encuentra un hogar adecuado. Publica un anuncio con foto del sujeto en cuestión y un número de contacto. A Paula le dio pena la carita triste del perrito y llamó.
Le dijo que primero tenía que ver la casa y conocer a la familia, no le deja los animalitos a cualquiera. El día señalado estaba todo en perfecto estado de revista. Comedero nuevo, pienso recién comprado, cama para la mascota y ellos con toda la ilusión del mundo. Una vez pasada la inspección, el nuevo miembro de la familia ya se quedó con ellos. Le llamaron Tobías. Pronto empezaron a notar comportamientos raros. Tobías directamente se metió bajo las faldas de la mesa camilla del salón y no quería salir. Tampoco quería ir a la calle. Algo pasaba.
Pelar, trocear y lavar las patatas
Hervir en agua caliente con sal y laurel
Paula llamó a una educadora de perros a domicilio que llegó a ver el estado de Tobías. Estuvo un rato atisbando tras enrollar las faldas de la camilla. Emitió su diagnóstico: ansiedad. Y dijo que necesitaba un adiestramiento con Clicker. Un clicker es un objeto con una lengüeta metálica que al presionarla hace "click", de ahí el nombre. Eso ya existía cuando yo era pequeña e iba al colegio, pero lo llamábamos "ranita", porque tenía forma de rana pequeña. Lo usábamos con afán malévolo en clase y era esos días en los que nos quedábamos sin recreo. Por lo que me contó Paula, es un método conductista en el que se asocia un estímulo a una respuesta. En la primera fase que llaman "cargar el clicker", se da un click, y se presenta la recompensa que es una golosina.
- ¿Qué golosina le gusta más a Tobías?
- Los piquitos de pan.
- Eso no me vale.
- Es que eso es lo que le gusta, qué le voy a hacer yo.
- Bueno, pues vais a comprar unos stickers - vulgo palitos -, que hay con sabor a pollo, ternera..., para usarlos como recompensa. Lo partís en quince trocitos y tenéis que repetir: Click - trocito de stick; quince veces por la mañana y otras tantas por la tarde. Una vez que lo haya asimilado, pasamos a la segunda fase. Se trata de asociar una orden a lo del click y la quinceava parte del palito, que dice Paula que no entiende lo de exactamente quince trocitos si el perro no sabe contar. La primera orden fue "Sienta". Esto lo aprendió pronto. La siguiente fue "Tumba" y ahí ya tuvieron el problema. Tobías no se tumbaba por nada de este mundo. Así que tienen que coger al perro, levantarlo en el aire y tumbarlo patas para arriba. Ahora la ansiedad la tienen ellos, aparte de agujetas en los brazos. Esa evaluación le queda para septiembre. También dictaminó que debían observar mucho a Tobías. Han quitado las faldas de la camilla. Entonces se mete debajo de una mesita rinconera que hay entre los dos sofás. Esa no tiene falda.
Lavar las verduras
Trocear
Dijo la educadora que tenía que salir a la calle quieras que no, y como los dueños de mascotas son muy afables entre ellos, todos se paraban a ver a Tobías.
- ¡Oh, qué mono! ¿Y el otro perro? -, y venga a querer acariciar al perrito, que reculaba para atrás y temblaba.
- Tuvimos que sacrificarlo.
- Ay, vaya por dios. ¿Y a este qué le pasa?
- Que tiene ansiedad. Mejor que no lo toquéis que se pone fatal, lo estamos adiestrando.
Y todos con cara de sentirlo mucho, empáticos perdidos. Desde entonces, preguntan por los progresos y piden permiso para tocarlo, por si todavía no se puede.
Trocear las patatas cocidas
Hace tres semanas lo llevaron al parque al recinto para perros. La adiestradora le dijo al marido de Paula que él tenía que ir también porque no se estaba involucrando y eso no podía ser. El recinto para perros está dividido en dos zonas. Una para los perros de menos de diez kilos y otra para los de más peso. Tobías pesa dieciséis kilos, así que a la zona de los chicos grandotes de cabeza. Allí estaba la seño en plan susurradora de perros, que aprovechaba esos momentos para instruir a sus otros alumnos caninos. Al ratito de estar en clase, apareció una niña con dos perritos pequeños que, saltándose las normas a la torera como es normal en este país, entró en el recinto de los grandes. Uno de ellos, tamaño XXL, salió como una bala y agarró a uno de los pequeñines del cuello con su bocaza, mientras lo sacudía como un juguete.
Aliñar, emplatar y servir
Se armó el alboroto, los perros corriendo y ladrando, la gente gritando y Tobías escondido con un tembleque tremendo. Un señor fue a socorrer al perrito y en la batahola terminó con el polo roto. Llamó a la Policía Local que se presentó inmediatamente, y puso una denuncia todo sofocado. ¡Vamos con el animal, que me ha roto el Niqui (*) y tó! Cualquiera le quita ahora el susto del cuerpo al pobre Tobías. Me parece a mí que como no recurran al Trankimazín, lo van a tener muy difícil.
(*) Durante un tiempo se llamó "Niqui" a los polos de Lacoste porque en Alemania los llamaban así y en España se conocieron gracias a los emigrantes de los años 60. Aún hay personas mayores que usan esta denominación.
Ensalada cateta
Típica de los Montes de Málaga, básicamente es una pipirrana con patatas cocidas y huevo duro. Se hace con atún en conserva o bacalao, Hay quien le pone pimiento morrón. No confundir con la ensalada malagueña de bacalao.
Ingredientes. No doy cantidades, sólo hay que ser cuidadoso en que ningún ingrediente destaque sobre los demás.
Patatas.
Pimientos verdes de freír.
Tomates de ensalada rojos.
Cebolla tierna o cebolleta.
Pepinos.
Huevos cocidos.
Atún en aceite de oliva.
Aceitunas negras, o verdes. Pueden ponerse de las dos clases.
Vinagreta para aliñar.
Elaboración.
Pelar y partir las patatas en gajos grandes. Cocer en agua caliente y sal alrededor de 15 minutos, yo añado una hoja de laurel. Escurrir y dejar entibiar.
Lavar y trocear las verduras y las patatas. Suelo dejar un pepino con la piel, me gusta el toque crujiente.
Trocear los huevos cocidos al mismo tamaño que el resto de verduras o dejar en cuartos.
Añadir el atún, reservando el aceite para el aliño, y las aceitunas.
Hacer la vinagreta con el aceite del atún y siguiendo las proporciones de 3 partes de aceite por 1 parte de vinagre.
Aliñar, emplatar y servir a temperatura ambiente o fría.