El estilo de vida que llevamos, si hemos tomado antibióticos o si nacimos por cesárea por ejemplo, son algunos de los factores que pueden jugar un papel a favor o en contra de la salud de nuestra microbiota. Es necesario estudiar cada caso para observar si sería necesario pautar probióticos, y he aquí la pregunta del millón… ¿y qué son los probióticos? Son bacterias que se ingieren para repoblar el intestino y restaurar el equilibrio bacteriano. Existen entre 500 y 1000 cepas diferentes de bacterias en el intestino y a cada persona le faltarán o sobrarán algunas concretas, lo que hace muy difícil a día de hoy pautar un protocolo individual de administración de probióticos. Lo que si se ha conseguido es cultivar algunas de esas cepas que se sabe que son beneficiosas para poder administrarlas y mejorar así el estado general de la microbiota.
¿Y aparte de tomar probióticos, qué puedo hacer yo?
Esto es lo positivo, en tu mano también tienes el poder de favorecer mediante tu alimentación, una buena salud de la microbiota de tu intestino. Hay situaciones que no ayudan a tu microbiota como son el consumo de harinas refinadas, de azúcares refinados, de grasas trans, de algunos aditivos y el uso de antibióticos. Estas situaciones generan una disbiosis o alteración de la microbiota. Entonces si evitas el consumo de estos alimentos le harás un favor a tus bacterias y si tienes que tomar antibióticos será muy positivo tomar probióticos para repoblar las bacterias que están muriendo como consecuencia del tratamiento.
Otro dato que no debemos olvidar son los alimentos que son ricos en prebióticos. ¿Y qué son los prebióticos? Es el alimento para las bacterias del intestino y hay algunos alimentos que son excelentes en este sentido. Para alimentar a las bacterias que producen efectos beneficiosos sobre tu salud es conveniente que en tu día a día tomes frutas, verduras, semillas, legumbres, los frutos secos y los tubérculos. Y dentro de todos estos alimentos hay uno especial, uno que les encanta a las estas bacterias: la patata. Pero ojo, ¡No vale comerla de cualquier manera! Ésta se debe cocer con la piel y enfriar en la nevera toda la noche. De esta manera formamos un compuesto denominado almidón resistente, un manjar para nuestras bacterias y que además, ¿a quien no le gusta la patata en una ensalada? Y no solo se puede comer fría, después de cocerla y enfriarla se puede volver a calentar a no mas de 130ºC para que se mantenga el almidón resistente que se ha formado.
Y para que tengas un buen ejemplo de como les gusta a tus bacterias que te alimentes, te proponemos nuestro menú adecuado para ello. ¿Lo sigues y nos cuentas qué tal te ha ido?