Existen pocos dulces que se preparen con tan pocos ingredientes y con un resultado que sea tan espectacular como este. Las flores con miel son típicas de Extremadura y actualmente se preparan sobre todo en Semana Santa, aunque desde siempre han sido protagonistas de bodas, bautizos, comuniones e incluso ocasiones menos festivas como funerales, vamos, siempre que hubiese invitados a los que agasajar.
Dicen que cada familia extremeña tiene su propia receta con su propia fórmula. La que os traigo es la de mi familia extremeña, ya que la he heredado de Neny, una cacereña nacida en el pequeño pueblo de Botija y a la que le debo el haberme descubierto este y otros secretos de la gastronomía extremeña.
¿Qué necesito?
6 huevos
12 cdas. de harina normal
1 cascarón y medio de aceite de oliva virgen (65 gr. aproximadamente)
1 cascarón y medio de agua (65 gr. aproximadamente)
miel de las Hurdes
1 litro de aceite de girasol(para freírlas)
¿Cómo lo hago?
En un bol, batimos los huevos y añadimos el agua y el aceite de oliva. Tradicionalmente, en Extremadura se tomaba como medida un cascarón de huevo. Como podéis ver, hemos conservado en la lista de ingredientes las medidas de cascarón, aunque también las hemos traducido a gramos para los que lo prefieran.
Una vez que añadamos el aceite de oliva y el agua a los huevos, volvemos a batir hasta que esté todo el líquido bien mezclado. Incorporamos las cucharadas de harina y batimos todo bien hasta que quede una mezcla homogénea y sin grumos. El resultado debe ser una masa bastante suelta.
Una vez que hemos preparado la masa, toca calentar el aceite de girasol en un cazo. Introducimos el florón (el molde con forma de flor) en el cazo y dejamos que se caliente bien junto con el aceite. Lo importante es que se calienten bien ambos, pero tampoco hay que poner al máximo nuestra vitrocerámica (en el nivel 5 será suficiente).
Una vez que esté bien caliente el aceite, introducimos el florón en el bol y esperamos unos segundos para que la masa se adhiera bien al molde. Si no lo hace, seguramente vuestro molde no esté lo suficientemente caliente.
La masa no debe cubrir la altura del molde completamente, sino unos dos tercios. Inmediatamente, introducimos el molde mojado en la masa dentro del aceite. En unos segundos, la flor se desprenderá sola del molde. Cuando adquiera un tono ligeramente dorado, le damos la vuelta, dejamos que se haga unos segundos boca abajo y la retiramos a una fuente con papel absorbente para que escurra bien.
El molde debe estar bien caliente cada vez que se moje en la masa. Por ello, es imprescindible que cada vez que la flor se desprenda del molde, dejemos el florón dentro del aceite antes de volver a repetir la operación.
Cuando quede poca masa, seguramente necesitéis trasladarla a un bol más pequeño, para que la pasta pueda cubrir lo suficiente el florón.
El último paso consiste en enmelar las flores. Hay quien opta por rebozarlas en una mezcla a partes iguales de azúcar y canela, pero a nosotras la versión tradicional con miel nos parece increíblemente mejor. Tan solo hay que calentar miel de buena calidad, como la de las Hurdes, en una sartén (añadir un chorrito de agua si es muy espesa) y bañar las flores boca abajo. Colocar las rosas en un plato boca arriba y la miel se irá escurriendo y cubriendo toda su superficie. El resultado: unas rosas muy vistosas, muy crujientes y peligrosamente buenas, en fin, una receta tradicional que os aseguramos que no os dejará indiferentes.
Solo nos queda deciros que el molde de las rosas se puede encontrar en muchas ferreterías y tiendas de accesorios de repostería en casi toda España (¡y qué decir en Internet!). Y que cuando os hagáis con él, el único cuidado que debéis tener es no lavarlo con jabón después de su uso. Basta con guardarlo envuelto en papel hasta el próximo uso. Esperamos que si tenéis la oportunidad, no dudéis en haceros con uno y en probar este dulce.