Ahora que soy mamá, valoro doblemente todo lo que ella es y hace, y he aprendido a reconocer su enorme mérito. El que le hizo falta para sacar adelante junto a mi padre una familia de 7 hijos, y mantener a la vez una profesión. El hecho de que haya sido un poco sargenta me parece ahora inevitable, ya hasta le veo su encanto.
El caso es que de niña no recuerdo a mi madre leyendo un libro o viendo una película entera hasta el final; llegué a pensar que era una mujer sin más hobbies que su familia y su trabajo. Error. Lo que no tenía mi madre era un minuto para sí misma. Porque a día de hoy es capaz de ir encadenando un libro tras otro, apuntarse a un ciclo de cine intimista iraní, hacerse especialista en pesticidas y plaguicidas, aprender sobre restauración de muebles, viajar por el mundo visitando a sus nietos y estudiar geografía e historia de la comarca. Así, sin pestañear. Además es una mujer de una enorme riqueza espiritual.
Por eso, inspirada por esa pasión desatada de mi madre por las flores, hice estas galletas primaverales y floreadas. Que me sirven para mandarle todo mi cariño en su día, el día de la madre, que en España hemos celebrado este 1 de mayo. Porque para mí, para todos, nuestra madre es una mujer admirable y maravillosa, tan única que es la única persona del planeta a la que llamamos mamá.
Ahora que soy yo la mamá, intento hacerlo muy bien con mis hijas, como todos los padres modernos. A pesar de ello, hay veces que me descubro a mí misma haciendo esas cosas que hacen las madres, como decir bébete el zumo, que se le van las vitaminas o abrigarlas aunque yo no tenga frío.
Un día le pregunté a mi hija qué es lo peor hago yo como madre. Ella, que es muy lista y muy salada, me contestó lo siguiente:
-Eres muy buena mamá, pero no puedo soportar cuando me limpias la cara usando tus propias babas.
-Oh, Dios mío- pensé yo-. Ahora soy una de ellas. Hago cosas de madre.
Pero mi madre es tan estupenda que ni siquiera me limpiaba la cara con babas.
Por eso y por mucho más, te mereces, mamá, vivir rodeada de Violas wittrockianas, Passifloras robustas y Zantedeschias aethiopicas, plantando, regando y trasplantando al ritmo de los nocturnos de Chopin. Mientras se te queda esa cara, esa sonrisilla, que tus hijos tan bien conocemos.
Feliz día de las madres. Felices todos tus días, mamá.