En ocasiones, descubro recetas que me sorprenden. Este es el caso de la receta de hoy, unas galletas de azúcar y canela, snickerdoodle. Gracias a Ana y a Mónica, cocinillas de la familia que cuando ven alguna receta original que vale la pena, no dudan en ponerme al tanto, hoy os traigo la receta de estas buenísimas galletas de azúcar y canela.
Son un tipo de galletas elaboradas con mantequilla, harina, azúcar y canela, hasta aquí todo normal. La peculiaridad que aporta un sabor y textura únicos, es que sustituimos la posible levadura química que podría llevar este tipo de galletas, por cremor tártaro y bicarbonato sódico. Estas pastas se caracterizan por tener una superficie agrietada, y un exterior crujiente que antes del horneado se reboza en azúcar y canela.
Las snickerdoodles son muy conocidas en USA. Tanto es así que se conocen ya como un sabor, para distintos dulces, cafés de galleta snickerdoodle, helados de snikerdoodle. Se ha llegado incluso a crear velas y ambientadores con el olor de esta galleta. En fin, toda una institución gastronómica que vale la pena probar. El sabor a canela es intenso, y la textura perfecta. Creo que son las únicas galletas que conozco que están más sabrosas al día siguiente de su elaboración.
Para los que estéis animados a poneros manos a la obra con esta receta, seguramente estaréis pensando que qué es eso del cremor tártaro y donde conseguirlo. Podréis encontrarlo en todas las tiendas de repostería, ya sean online o físicas. Se trata de un producto muy empleado en repostería, gominolas caramelos y chuchas varias lo tienen entre sus ingredientes. Es uno de los ingredientes de la clásica levadura química y su principal utilidad en casa sería la de impulsor, estabilizador de claras en merengues, evita la cristalización del azúcar por lo que aporta una textura más cremosa a dulces y tartas.
Si os encanta la canela y sois fan de las galletas, esta es desde luego vuestra receta, unas buenísimas snickerdoodles fáciles de preparar y más que buenas.
RACIONES: 36 ud.
DIFICULTAD: baja
TIEMPO: 30 minutos
SNICKERDOODLES, GALLETAS DE AZÚCAR Y CANELA
230 g. MANTEQUILLA
240 g. AZÚCAR
375 g. HARINA DE TRIGO
1 HUEVO XL
2 cdita. CREMOR TÁRTARO
1 cdita. BICARBONATO SÓDICO
1/2 cdita. SAL
1 cda. CANELA
50 g. AZÚCAR (para rebozar)
1 cdita. CANELA (para rebozar)
1.- Derretimos un poco la mantequilla para que nos quede con una textura de pomada. En un bol mezclamos la mantequilla ablandada con el azúcar hasta tener una crema blanquecina con volumen.
2.- Añadimos el huevo y batimos bien.
3.- En un bol mezclamos el resto de ingredientes secos, la harina, la sal, el cremor tártaro, el bicarbonato y la canela. Mezclamos bien y lo añadimos a la crema de huevo, azúcar y mantequilla. Primero con un tenedor y luego con las manos mezclamos bien hasta conseguir una bola de masa homogénea y compacta.
4.- Formamos pequeñas bolitas de masa con las manos. Si tenemos una báscula podríamos calcular unos 25 g. por porción.
5.- En un cuenco mezclamos el azúcar y la canela para el rebozado y pasamos las bolitas por la mezcla de tal modo que queden totalmente cubiertas de azúcar de canela. Colocamos las bolitas de masa directamente sobre una bandeja apta para horno manteniendolas separadas ya que crecerán durante el horneado.
En este punto podemos hacer dos cosas, dejar las bolitas así, tal cual, y hornearlas. Conseguiremos unas galletas más gruesas y blandas en su interior. Podemos también achatar las galletas con la palma de la mano y conseguir unas galletas más finas y crujientes.
5.- Con el horno previamente caliente a 180ºC, horneamos las galletas unos 12 minutos. Debemos estar muy pendientes del horneado para evitar que el azúcar se queme. Cuando veamos que las galletas tienen un tono dorado, las retiramos del horno.
Pasamos las galletas a una rejilla, con la ayuda de una espátula, para que se enfríen totalmente antes de consumirlas. En el momento de retirar las galletas del horno estarán muy blandas, pero al cabo de 1 o 2 minutos comenzaran a endurecerse volviéndose muy crujientes.
Se trata de unas galletas que estarán aún mejor al cabo de los días que el propio día en el que las horneamos, una delicia dulce y crujiente.