Los mecanismos de destilación del vino también son protagonistas, al igual que las fotografías antiguas, que nos retratan cómo eran las vendimias o cómo vestían los jornaleros de antaño.
Un “bombo”, construcción típica tomellosera, preside la entrada al Museo. Se trata de una construcción hecha sin argamasa, formada por piedras o “cantos” colocados estratégicamente y con una habilidad pasmosa. Tenían diversas utilidades, bien como refugio de jornaleros y “mulillas” o como lugar donde guardar los aparejos utilizados durante la jornada. Toda una obra de ingeniería “made in Tomelloso”.
La vida se compone de pequeños detalles y aquí os dejamos los que más nos han gustado. Desde “La vida en vino” os invitamos a dar una vuelta por el Museo del Carro y encontrar así ese “puntito” de nostalgia que a veces necesitamos para avanzar. Un beso enorme y como siempre, ¡viva el vino!