He vuelto a las comidas tradicionales que proporcionan confort
Obviamente las clases de cocina a las que asistía hasta principios de marzo se suspendieron y he tenido que conformarme con mis “prácticas” en casa.
Desde el principio del confinamiento, empecé a preparar las comidas favoritas de mi marido con más frecuencia, cocinando platos tradicionales como una forma de buscar en la cocina alguna manera de sobrellevar el confinamiento. Durante todo este tiempo, he preparado arroz al horno, puchero tradicional valenciano, arròs amb bledes, manitas de cerdo, albóndigas de carne en salsa, carrilladas, paella, fideua, albóndigas de bacalao, coca de llanda casera, etc.
Al principio del confinamiento mi afán era consumir productos frescos, aunque tuviese la despensa llena de botes y latas. Acabé comprando muchas verduras frescas como calabacín, espinacas, acelgas y judías verdes, que escaldaba y luego congelaba. Estas verduras acababan formando parte de tortillas, guisos, rellenos de quiches y ensaladas de todo tipo. Realmente luego, cuando hemos visto que no había desabastecimiento de alimentos en el supermercado, hemos comprado ya con otra “normalidad”.
Cuando a principios de marzo, ya sospechábamos que la vida a la que estábamos acostumbrados iba a cambiar en el transcurso de unos días pensé “bueno, ahora tendré tiempo para hacer un inventario de mi congelador y mi despensa”. Había estado planeando organizar mi congelador durante meses, así que esta era la ocasión perfecta para hacerlo.
Una vez que tuve el frigorífico, congelador, y la despensa bien organizados, escribí mi primera lista de compras, que incluía pescado y verduras congelados. Teniendo la oportunidad de comprar al menos dos veces por semana, siempre he preferido las verduras frescas a las congeladas, pero la situación era nueva.
He acabado recordando a mi madre
Cuando yo era pequeña, ella trabajaba todo el día y volvía a casa a última hora de la tarde. Ella compraba una vez por semana en un supermercado que teníamos al lado de casa. Compraba para toda la semana. Mientras, también hacía malabares limpiando la casa y cocinando y … con tres niños que criar.
Mi madre, Lola, no era una apasionada de la cocina aunque cocinaba muy bien. Era sencillamente práctica. Sus comidas tendían a repetirse semana tras semana, en una secuencia reconfortante de platos tradicionales, con ingredientes estacionales. Los jueves preparaba una cazuela de arroz al horno y una coca de tomate que llevaba al horno para cocer. ¡Nos encantaba su coca de tomate!. Algunas veces la preparaba de acelgas.
He recuperado el gusto por los libros de cocina
A la vez que limpié y reorganicé mi despensa, hice lo mismo con mi colección de libros de cocina. Revisé toda mi colección, conservando solo los libros de cocina que encuentro útiles, o los que me inspiran (todavía son muchos los libros de cocina que me inspiran). Esta purga me sirvió para comprar nuevos libros de cocina. Compré el libro SIMPLE de Ottolenghi y el espectacular Cocina Madre de Joan Roca. También me hice con el de Jaime Oliver: 5 Ingredientes. ¡Nunca he sido de recetas con listas de ingredientes interminables!
Me concentro más en lo que tengo que en lo que no tengo
Esta es una perspectiva muy positiva cuando damos una mirada a la despensa pensando en qué cocinar. En lugar de salir corriendo a comprar ese ingrediente que nos falta, mejor concentrarnos en lo que tenemos, dando salida a lo que guardamos en el fondo de la despensa. No disimuléis, sé que todos tenéis esa extraña bolsa de cuscús o un bote de setas exóticas que siempre dejamos para otra ocasión y al final acabamos tirando cuando han caducado.
Planifico por adelantado
Aunque encuentro extrañamente encantador el improvisar una comida basada en lo que tengo en mi despensa y refrigerador, lo mejor es planificar por adelantado para ahorrarnos viajes al supermercado. Debemos estar al tanto de lo que tenemos en casa y de lo que necesitaremos en los próximos días. Tu congelador es tu mejor amigo pero debes estar al tanto para no comprar alimentos que ya tienes o alimentos frescos que no vas a utilizar en una semana, por ejemplo.
He adquirido nuevas habilidades
Este confinamiento ha resultado muy útil para aprender nuevas habilidades, o para perfeccionar técnicas y recetas básicas. Decidí aprender a hacer una pizza decente: la pizza cocinada en el horno de mi casa siempre me decepciona. Es muy difícil encontrar el punto crujiente que me gusta. Sigo sin encontrarlo pero ¡estoy en ello!
La cocina nos divierte y entretiene
Me ha acompañado en los momentos más duros y difíciles. Hay que utilizar la cocina y no la comida como “recompensa emocional”. El cocinar nos ayuda a llenar algunas horas de tiempo, y hacer frente a la ansiedad y el estrés que algunas personas pueden sentir debido al confinamiento o a cualquier otra razón. Y por supuesto, ahí está la satisfacción de cocinar para las personas que quieres y a las que puedes hacer disfrutar.