Hoy traigo unas galletas tan ricas y tan fáciles que no podrán negarse a hacerlas. Son ideales para hacer con los peques de la casa y si no hay peques en casa nos pedimos unos prestados, ja, ja, ja...porque el momento que se pasa con ellos haciéndolas es impagable. Me encanta escuchar como filosofan a la hora de cocinar, me encanta cuando miran por la ventana del horno mientras se cocinan, me encanta el orgullo que sienten al ver que las han hecho ellos...
Total que con peques o sin ellos, son riquísimas y se hacen en un ratito.
En Argentina se llaman Melitas y hacía mucho que quería hacerlas hasta que encontré la receta en el blog Vicky cake amor y me puse a hacerlas. Quedan casi, casi, casi iguales a las originales.
Ingredientes:
160 gr. de aceite de girasol
1 huevo
60 gr. de miel
200 gr. de azúcar común
230 gr. de harina común
1 y 1/4 cucharadita de levadura para repostería (polvo de hornear)
1pizca de sal
azúcar para rebozar las galletas
Precalentar el horno a 200º.
Colocamos en un bol el huevo, el aceite, el azúcar y la miel. Batimos bien e incorporamos la harina tamizada con la sal y la levadura. Unimos bien hasta obtener una masa que no se pega a los dedos. Formamos bolitas que rebozamos con azúcar y las colocamos sobre papel vegetal en una bandeja para horno. Las aplastamos un poco y cocinamos a 180º durante 10 minutos aproximadamente o hasta que estén doradas. Recuerden que cocino en un horno a gas, con calor sólo de abajo y en la rejilla central.
Una vez cocidas las retiramos del horno y las dejamos enfriar. Recién cocidas quedan crujientes por fuera y blanditas por dentro, pero en cuanto se enfrían quedan crujientes como las originales, una delicia.
Para conservarlas las puse en una lata con tapa y aguantan bien varios días (en nuestro caso tres días, porque nos las comimos rapidísimo, ja, ja, ja)
¡Hasta la próxima!
¡Sean felices!