Cuando reservas en un restaurante como Mugaritz no esperas una buena cena, esto lo das por hecho, lo que esperas es sorprenderte, disfrutar del espectáculo, encontrar nuevos sabores y texturas, reír, preguntarte el cómo de cada plato y en ocasiones el por qué y, lo más importante, sentir felicidad gracias a la experiencia que allí has vivido. El equipo de Mugaritz conmigo cumplió las expectativas creadas.
Mugaritz es un lugar donde no eres un simple comensal, donde te hacen partícipe del espectáculo en sala y cocina, una cocina que explora el límite de los sabores y texturas.
La cocina de Mugaritz no deja indiferente, en ella se trabaja con sabores diferentes y potentes. No tienen carta, trabajan con un menú con el que intentan explotar al máximo todos los sentidos del comensal y, dentro de un mismo plato, cada bocado tiene un matiz diferente, más amargo, más dulce...
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