Como muy bien nos informan, el origen de este pan se remonta a la época precolombina, cuando los pueblos indígenas realizaban sacrificios para honrar o pedir a sus Dioses. Esos sacrificios eran habitualmente humanos, de forma que con la llegada de los españoles se trató de modificar esas costumbres y sustituirlo por pan que se cubría de un azucar teñida de rojo.
Vamos con la receta, que a mí me ha recordado a los suizos que me compraban mis abuelos.
Ingredientes:
500 g de harina de fuerza
10 g de levadura de panadería instantánea
2 cucharaditas de sal
130 g de azúcar
2 huevos grandes
120 g de leche
La ralladura de 1 naranja.
100 g de mantequilla
Para decorar:
1 huevo y azúcar.
Tamizamos la harina y mezclamos con todos los ingredientes, menos la mantequilla, la cual iremos incorporando poco a poco, cuando ya tengamos una masa "pringosa".
Mezclamos y amasamos, hasta que estén todos los ingredientes bien incorporados y tengamos una masa elástica y que no se nos pegue a las manos.
Hacemos una bola, y la dejamos leudar, tapada con un paño, en un bowl, hasta que doble su tamaño.
Después, desgasificamos y vamos haciendo bolitas del tamaño de nuestro puño. Si queréis podéis rellenarlas con chocolate, nueces...tal y como podéis ver aquí. (Yo rellené alguna con fideos de chocolate)
Reservamos parte de la masa para hacer los "huesitos" que colocaremos arriba y el "botón". Para los huesitos, hacemos un cilindro y lo marcamos con tres dedos, como véis en la foto.
Pintamos las bolas con huevo, y colocamos dos huesitos cruzados sobre cada una, y en el centro una bolita. Volvemos a pintar con huevo y espolvoreamos con azúcar.
Horneamos durante unos 20 min., a 180º.
Dejamos enfriar sobre una rejilla ¡¡¡y a comer!!!