INGREDIENTES (2 personas)
2 confits de pato
1 vaso de Pedro Ximénez
1 cebolla
1-2 dientes de ajo
3 patatas
1 huevo
Medio vaso de leche
Queso para gratinar
Sal, pimienta y aceite
Duración: 40 minutos
Película comparada: BIRDIE (Alan Parker, 1984)
Lo cierto es que
Empezamos preparando el parmentier de patatas. Ponemos a cocer las patatas (peladas) en una olla con agua. Dejamos que se hagan durante 20 minutos, más o menos. Habrá que ir probando la textura. Para ello puedes introducir una brocheta o tenedor y comprobar su dureza.
En otro cazo vamos reduciendo tranquilamente el Pedro Ximénez, que luego incorporaremos al pato.
Mientras se hacen las patatas calentamos unos 30 segundos los muslitos de confit de pato en el microondas. Esto nos ayudará a desmigarlos. En una sartén calentamos un par de cucharadas de la grasa del pato y sofreímos la cebolla (cortada en brunoise o en tiras) durante 10 minutos a fuego medio.
Sofrito de cebolla con las migas de magret
Añadimos las migas del confit de pato a la cebolla y los dientes de ajo muy picados. Dejamos que se vayan impregnando los aromas durante 15 minutos a fuego medio. Con cuidado, que no se queme.
Incorporamos ya nuestra reducción de Pedro Ximénez a la cebolla y el pato y removemos bien. Esto le da un sabor espectacular y sirve también para que no quede seco.
Vamos con el parmentier. Colamos las patatas y las pasamos por un pasapurés. En ese mismo bol añadimos sal, pimienta, la leche (a ojo, hasta que deis con la textura deseada) y el huevo en crudo. Removemos con energía hasta que nos quede un puré compacto.
En unos aros de molde colocamos de base el confit de pato y encima el parmentier de patata. Espolvoreamos un poco de queso y gratinamos 3-4 minutos en el horno.
Todo hecho. Sólo queda rematar la faena. Desmoldamos con cuidado y servimos en un plato de pizarra (que luce más). Decoramos con una hojita fresca (perejil, tomillo, cilantro...) y con unos tomates de rama y cebollino. Misión cumplida.
Un bocado maestro...
Una recomendación. Pinchar con el tenedor puré y carne. El magnífico y explosivo sabor hará el resto en vuestro paladar. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
BIRDY
("Birdy" de Alan Parker - 1984)
Pese a todo lo francés que tiene la receta (el parmentier y el confit de pato) me ha vuelto a poder la semejanza animal más que la territorial. Es cierto que este plato goza de aromas, técnicas e inventos de nuestro vecino culinario, pero seamos sinceros, este juego de cine-recetas tiene un punto de humor negro que a veces puede con todo. Por ello mi desequilibrada mente se ha posado, nunca mejor dicho, en esa gran historia de un hombre con ansias de ser pájaro que supone Birdy.
Este trino a la amistad corre a cargo del siempre interesante Alan Parker. En su despensa hay piezas como la brutal El expreso de medianoche, Pink Floy (El muro), Arde Mississippi o El corazón del ángel que dan cuenta de la extrema y versátil calidad de su talento.
Birdy es en realidad una obra anti-Vietnam. En su maravillosa fotografía subyace el elemento de las consecuencias de la guerra en los jóvenes soldados supervivientes. Cómo los horrores de la contienda marcaban unas vidas para siempre y cómo cada persona lidiaba con esa losa. Birdy (un joven y estupendo Matthew Modine) usa su transformación en pájaro como metáfora. Sus ansias de volar son una expresión de su deseo de evadirse de una realidad que le supera. Todo lo que fue antes de la guerra nunca volverá. Pese a la ayuda de su incansable y leal amigo (un emergente Nicholas Cage) su mente está puesta en las alturas, en el ansia de escapar, de volar lejos, de mirar al mundo desde arriba.
Nuestra receta toma el espíritu de la película (ser un ave) y lo transforma en el ingrediente principal de la obra. El confit de pato, nuestro pájaro, empieza teniendo un aspecto firme, sólido, si se quiere, inocente. Está envasado al vacío o en lata, es decir, protegido de un mundo al que todavía no ha debido enfrentarse. Entonces surgimos nosotros y lo sacamos de su caparazón de tranquilidad.
Como Birdy, el confit de pato acaba desmigado, destruido, despedazado psicológicamente y cocinado en una batalla a fuego medio (que supongo sería la estatura de los vietnamitas) Poco a poco nuestro Birdy particular va perdiendo su esencia humana y acaba compactado en un molde. Esa imagen, a nuestros ojos, es la de Modine acurrucado, posado en la barandilla de su cama (o del plato pizarra), transformado para siempre...
El Parmentier supone el sueño de las alturas. Esa losa que le aplasta, que no le permite cumplir su fantasía, que le quema como el queso gratinado. Sólo nosotros con la ayuda de nuestro tenedor a modo de liberación, podemos sacarle de su cárcel mental y hacer que vuele directamente hacia nuestra boca. De ese modo mataremos dos pájaros de un tiro: salvar a Birdy y saciar nuestro apetito...