Esta técnica de aportar color anaranjado al queso también se exportó a los Estados Unidos. Así, por ejemplo, los fabricantes de queso en Wisconsin, Ohio, Indiana, querían asegurar un color uniforme durante todo el año (ya que el color del queso cambiaba dependiendo de si las vacas comian hierba rica en betacaroteno o no ) y además querían distinguirlo del queso blanco hecho en Nueva Inglaterra y Nueva York. Con el tiempo, el color naranja se asoció con el queso en sí, lo que explica por qué el queso americano, y también los aperitivos de queso como los Cheetos, son de color naranja.
Hoy en día, el color proviene con mayor frecuencia del achiote, un colorante alimenticio y condimento hecho de las semillas del árbol de achiote y el pimentón. Dado que el color no afecta notablemente el sabor o la textura del queso, es indiferente el queso cheddar que compremos. Más importante es saber si el queso es joven o viejo ya que el queso más joven es más dulce y más suave y se derretirá más fácilmente. Cuanto más envejece el cheddar, más duro, más ácido y más picante se vuelve.
Da igual que compréis quedo cheddar naranja o blanco, pero si lo necesitáis rallado no lo compréis previamente rallado ya que, no solo os costará más caro, sino que contiene aditivos para evitar que las hebras de queso se apelmacen.
Es innegable que el consumo de este queso en diferentes tipos de comida como las hamburguesas, los nachos, los Cheetos, la salsa de queso para dipear, o las pizzas, sopas, risottos, sándwiches, tartas, ensaladas, pastas etc. le han dado mucha popularidad a este queso. También va muy bien para preparar fondues y para los gratinados en general. Entre sus propiedades funde muy bien y tiene un sabor y una textura cremosa.
La Unión Europea ha reconocido desde hace poco el West Country Farmhouse Cheddar como un queso PDO (Protected Designations of Origen), que se realiza artesanalmente y con ingredientes locales en los condados ingleses de Cornualles, Devon, Dorset y Somerset.