Viajar. Viajar es una de las cosas más enriquecedoras para el cuerpo y el espíritu que se pueden hacer con el tiempo de uno. Porque viajar es emocionante desde el momento en que empiezas a planear el viaje... ¿no? Bueno, puede que no siempre.
Travelling is a fantastic experience every time. Even when something turns out not so good (that hotel room looked better on the hotel website pictures or that street food you tried had "unexpected" effects on your stomach) travelling is always the best food for the soul.
Scroll down for recipe in English
Recuerdo vivamente cuando viajaba mucho más que ahora y pasaba días preparando cuadernitos con miles de apuntes sobre los lugares que íbamos a visitar. Pensando en las cosas que iba a llevar o simplemente contando las horas para que llegara el momento de cerrar esa maleta y salir por la puerta. Recuerdo volver de viaje en el primer avión de la mañana del lunes e ir directamente al trabajo, porque cada hora de vacaciones estaba dedicada íntegramente a estar viajando.
Lo recuerdo vivamente porque es como si lo hubiera visto en una película de ciencia ficción de esas que le producen a uno un gran impacto. Es un vivo recuerdo de una vida que fue la mía, pero que no lo parece.
Porque el concepto de viajar ha cambiado. Y no sabéis cómo amigos. Para empezar por lo más necesario cuando uno se va de viaje, uno de los mayores cambios ha sido la maleta. No, en realidad ha sido el concepto de "hacer laS maletaS". Lo que antes me producía un cosquilleo en el estómago de emoción ahora se ha convertido en un nudo de ansiedad que me atormenta cada vez que lo pienso.
Porque lo primero que ha cambiado es que he pasado de tener que hacer una maleta, la mía, a tener que hacer dos cuando nació mi hija mayor, y tres cuando nació la pequeña. Este es uno de los motivos que se sitúa en el Top5 de por qué no tengo más hijos.
LaS maletaS tieneN que incluir todo lo necesario por si hace frío, por s hace calor, por si llueve, por si la comida no les gusta, por si contraen cualquier tipo de enfermedad desde catarro a neumonía pasando por irritación del culo o alergia. Así que cargamos con una farmacia, una pequeña tienda de alimentación como para abrir un chino en la habitación de cualquier hotel, un paragüero, y toda la colección de moda infantil de primavera-verano-otoño-invierno. Añade a eso una colección entera de disfraces de princesa si tu destino está relacionado con Disney. Y un botecito con un poco de Fairy por si hay que lavar algún cacharro en la habitación del hotel y otro botecito con un poco de Ariel porque basta que solo hayas llevado una chaqueta para que se la manchen el primer día. Lo que os digo, que entre el jamón de york al vacío, los plátanos, el pan bimbo, los colacaos, las bolsitas de frutos secos, las bolsas de congelar, el Fairy y el Ariel, sólo me faltaría llevar mi propio surtidor de gasolina y ya tengo la tienda 24h completa (iba a poner Seven-Eleven pero no hay por qué dar pistas de mi edad).
Con ese panorama os imagináis la antelación con la que yo empiezo a preparar las maletas. La última vez la ropa que sabía que no iba a necesitar estuvo metida en la maleta desde 15 días antes. Por eso en las fotos de las vacaciones siempre salimos arrugados. Hay que elegir entre salir en las fotos con la ropa arrugada, o que mamá no salga en las fotos porque le dio una apoplegía preparando las maletas el día antes. Así el momento preparar las maletas ha perdido toda la magia de "voy a llevarme este bonito sombrero para pasear por la playa". Simplemente rezo para que no se me olvide mi propio pijama y tenga que dormir con unos gayumbos de mi marido. Otra vez.
Para que os hagáis una idea de por qué este momento maleta me duele tanto sólo os contaré que en el último viaje largo que hicimos nuestro avión salía a las 16h00. Era un viaje de esos en los que yo ya llevaba dos semanas con una lista en la boca tachando cada cosa que iba preparando de las niñas y mía. Para ese viaje mi marido hizo SU maleta el mismo día que salíamos de viaje a las 13h00. Teníamos que estar en el aeropuerto a las 14h00. Y no se le olvidó nada. Nada de lo suyo.
De lo de que antes me volvía el mismo lunes directa al trabajoy ahora me tengo que volver el jueves anterior porque necesito 4 días para recuperarme ya os hablo otro día.
Me ha venido a la cabeza todo esto de viajar porque viajar es algo que le encanta a Ïa Casares, la autora del blog El Caldero de Nimué que es nuestra víctima del Asaltablogs del mes. En su blog se encuentran fantásticas recetas súper saludables además, pero también unas guías de viaje que son para morirse. Yo me las leo y me imagino aprovechando todos los detalles que cuenta para tener un viaje ideal de esos que salen en mis películas mentales de ciencia ficción. Os recomiendo mucho que lo visitéis si tenéis viajes en mente porque si ella ha visitado ese destino estaréis de suerte y os aseguraréis una guía excepcional. Y si cocináis sus cositas, os aseguráis además una larga y saludable vida. Ahí lo dejo.
Yo me he llevado de su blog esta receta de Crema de Lombarda y le he añadido además remolacha tanto por el sabor como por la intensidad de colorcito. La suya lleva queso ricotta, pero la mía no porque no suelo ponerles lácteos nunca por lo que, técnicamente, lo mío sería un puré, no una crema. Un puré de verduras con un color diferente.
Ingredientes
Media lombarda mediana
Una remolacha (sólo la parte del bulbo, sin los tallos)
Un puerro
2 ramas de apio
3 patatas medianas
250 ml de caldo de verduras
Agua
Sal, pimienta
Chorro de aceite de oliva virgen extra
Preparación
Preparamos las verduras: lavamos y cortamos la lombarda en trozos grandes. Lavamos y cortamos el puerro en rodajas no muy pequeñas. Lavamos las ramas de apio y les quitamos las hebras que podamos. Pelamos y lavamos la remolacha y la cortamos en cuartos, sólo añadiremos 3 cuartos. Pelamos y lavamos las patatas y las cortamos en trozos grandes.
En una olla alta ponemos odas las verduras, el caldo de verduras y añadimos agua hasta que quede toda la verdura cubierta.
Añadimos sal y un buen chorro de AOVE.
Ponemos a cocer a fuego medio hasta que las verduras estén tiernas. Yo lo tuve como unos 20 minutos desde que empezó a hervir. Si durante los primeros hervores sale espuma, desespumar para quitar impurezas que pudieran haber quedado en la verdura.
Escurrir las verduras del caldo (no lo tires!) y tritúralas en cualquier procesador de alimentos que tengas o con una batidora de brazo y ve añadiedo caldo hasta que tenga la consistencia que quieres. Rectifica de sal si necesita más y vuelve a triturar. Con todo el caldo que me sobró yo hice sopitas de verduras.
Corta el pedacito de remolacha que te quedaba en rodajitas y tuéstalo en una sartén a fuego fuerte con muy poquito aceite y ponlo en los platos sobre la crema con un poco de pimienta negra recién molida y un chorrito de AOVE crudo.
Escucha a tu corazón saltar de alegría.
Ingredients
1/2 red cabagge washed and cut into big chunks
1 leek washed and cut into 4-5 pieces
1 red beet peeled, washed and cut into four equal pieces
2 stalkes of celery washed and threads removed
3 medium potatos peeled, washed and cut into big chunks
1 cup vegetable broth
Water
Salt, pepper
3 Tbsp Extra Virgin Olive oil
Directions
In a large pot add the cabagge, leek, potatos, celery and 3 pieces of the red beet.
Add vegetable broth and add enough water to cover all the veggies in the pot.
Season with salt and olive oil. Cook on medium heat until vegetables are cooked and tender. I had mine on the stove for about 20 min from the moment it started boiling.
Drain vegetables but dont discard the veggie water.
Process vegetables in a blender (I used my Blendtec but an inmersion blender works fine too) and gradually add part of the water from the pot until you get the consistency you like.
Slice the remaining little piece of beet and sautée it in a pan with very hot olive oil for 1 minute and garnish your soup with it along with some freshly ground black pepper and a drizzle of olive oil. Enjoy and listen to your heart say Thank you!