Soy de las que piensa que no hace falta esperar al día de San Valentín para demostrar a tu media naranja cuanto la quieres.Que es en el día a día cuando hay que estar a las duras y a las maduras.
Sin embargo a mis hijas les encanta que prepare una comida o cena especial ese día, con postre incluido, por supuesto.
Lo de cocinar para el día a día no es que no me guste.. para mi lo peor es pensar qué hacer, e intentar variar un poco a lo largo de la semana. Pero no queda más remedio, tenemos que comer todos los días.
Sin embargo, preparar un menú especial, me encanta. Por lo que este día es la excusa perfecta para dejar a un lado las lentejas, los macarrones, los guisos... y cocinar algo más sofisticado.
Esta tarta hace mucho tiempo que quería hacerla. Me parece una tarta muy bonita. La he preparado para el fin de semana y creo que es ideal para los que sí celebran San Valentín. Yo para ese día prepararé una tarta de queso que son las que más nos gustan.
Por cierto, la tarta ha sido un éxito, para el domingo solo quedaba un pedacito que hemos tenido casi que sortear.
La receta es un remix de varias recetas, tomada de tres libros, el de Alma, el de Bea y el de la pastelería Hummingbird.
He usado dos moldes de 18 cm de diámetro pero se puede hacer en tres moldes de 15 cm o en uno alto y luego dividirlo en dos o tres capas con la ayuda de una lira o de un cuchillo. En el último caso el tiempo de horneado aumentará, claro.
Para que la tarta salga bien tenemos que hacer los bizcochos con antelación, la noche o el día anterior, para que se asienten.
Los colorantes líquidos que venden en el supermercado no sirven para esta tarta. Si queréis que el bizcocho adquiera su característico color, como el terciopelo rojo, el colorante tiene que ser en gel o en pasta. Lo venden en tiendas especializadas de repostería o por internet.
Los ingredientes para el frosting de queso también lo he adaptado y a pesar de ello me ha sobrado bastante. Sí hacéis la tarta con tres pisos no os sobrará tanto. De todas formas en la próxima entrada os contaré qué hacer con los restos de crema y de bizcocho ( el que os queda tras nivelar los bizchochos).
Os cuento cómo la hice:
Para los bizcochos:
2 huevos grandes
275 gr de azúcar
120 gr de mantequilla a temperatura ambiente
300 gr de harina
240 ml de buttermilk ( o 240 ml de leche entera+1 cucharada sopera de zumo de limón)
15 gr de cacao en polvo sin azúcar
1 cucharadita de bicarbonato
1/4 cucharadita de sal
1 cucharadita de levadura o polvo de hornear
1 cucharadita de extracto de vainilla
2 cucharaditas de vinagre blanco
1 cucharada de colorante rojo en gel o en pasta
Para la crema:
100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
250 gr de queso crema tipo philadelphia frío, de la nevera ( que no sea light!!)
300 gr de azúcar glas
3 cucharadas de leche entera
De los bizcochos:
Precalentar el horno a 180 grados, calor arriba y abajo.
Si no tenéis buttermilk lo vamos a preparar de forma casera. Para ello solo tenéis que poner la leche en un recipiente y agregar el zumo de limón. Lo dejamos durante 10 minutos a temperatura ambiente. Pasado este tiempo lo removemos y ya está listo.
Tamizar la harina, el bicarbonato, la sal, la levadura y el cacao y reservar.
Mezclar el buttermilk con el colorante, el extracto de vainilla y el vinagre. Reservar.
Batir la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee.
Incorporar los huevos ligeramente batidos y uno a uno.
Añadir los ingredientes secos ( harina, levavadura, bicarbonato, sal, cacao) en tres veces, alternando con la mezcla de buttermilk ( parecerá que esta cortado, así es como debe de estar). Terminar siempre con los ingredientes secos.
Dividir la masa en dos o tres moldes que habremos engrasado. Ayudaros de un peso para que tengan la misma cantidad de masa cada molde.
Alisar la parte superior e introducir en la parte central del horno durante unos 25-30 minutos, o hasta que al introducir una brocheta esta aparezca limpia.
Sacar del horno y dejar reposar sobre una rejilla. Desmoldamos cuando el molde esté templado y dejamos que termine de enfriar sobre la rejilla.
Una vez fríos los envolvemos en film transparente hasta para que se asienten, hasta el momento de montar la tarta.
De la crema de queso:
Batir el azúcar con la mantequilla y la leche. Lo ideal es usar un robot de cocina.
Cuando la mezcla haya blanqueado y esté esponjosa vamos a añadir el queso, que tiene que estar frío, de la nevera. Batir a velocidad baja y luego aumentarla hasta que la mezcla sea cremosa.
Dejaremos reposar la crema en la nevera durante unos 20 minutos e.
Montaje de la tarta:
Con la ayuda de una lira o de un cuchillo vamos a nivelar los bizcochos para que tengan el mismo grosor. Los restos de bizcocho no los tiramos, luego los vamos a usar para la decoración y para algo más que os contaré más adelante.
Comenzamos poniendo un poco de la crema o frosting en la base del plato donde la vamos a presentar.Así evitamos que la tarta se nos mueva cuando la estemos decorando.
Colocamos el primer bizcocho, el más feo, boca abajo.
Ponemos por encima la cantidad de frosting que deseemos. Yo he usado el truco de Bea Roque, que es usar una cuchara de helados para que todos los bizcochos lleven la misma cantidad.
Con la ayuda de una espátula larga o de un cuchillo, extendemos la crema de queso intentando que nos quede con un grosor uniforme. Debemos de llegar hasta los bordes.
Colocamos el siguiente bizcocho encima, boca abajo y aplastandolo suavemente con la mano para que se asiente y no se mueva. Si vuestra tarta es de tres pisos repetimos el paso anterior.
Ponemos la capa de frosting y cubrimos tanto la base como los laterales de la tarta. La capa ha de ser fina, es la capa que va a tapar las migas. Para cubrir los laterales yo uso la pala del pescado al revés.Hay que ir rellenando los huecos que haya quedado entre las capas.
La capa tapamigas intentaremos que sea los más uniforme posible. Introducimos en la nevera durante una hora para que se enfríe y la capa de crema o frosting se asiente.
Una vez fría, cubrimos la tarta con una buena capa de crema y vamos alisando la parte superior y los laterales, de abajo arriba.
Yo no soy muy mañosa, por lo que mi tarta no me ha quedado con una capa perfecta, más bien un poco rústica pero como luego la vamos a cubrir con restos de bizcocho y corazones, nos da un poco igual. Sí por el contrario la vais a dejar sin decorar, el alisado debe ser perfecto.
Decoramos con las migas de los restos de bizcocho que nos han sobrado al nivelar los bizcochos. Yo he usado un rallador para hacer las migas.
Y por último unos corazones para darle un aire "sanvalentinero"
Espero que os haya gustado mi propuesta.
Como os dije más arriba, me sobro bizcocho y frosting. El jueves que viene, si no hay ningún contratiempo, os contaré qué hacer con esos restos.
Os recuerdo que también me podéis encontrar en Facebook.
Feliz semana!!