Mi nombre es Salsa Holandesa, pero soy francesa. Ya les dije que soy una hinchapelotas.
A mí lo que me gusta es joder a la gente.
¿Batir? Dale. ¿Un poquito? No, mucho. Que te duela el brazo. ¿Te duele el brazo? Seguí batiendo. Sino me corto.
¿Seguiste batiendo? Por ahí me corto igual, eh. Por ahí me pinta cortarme igual.
Llevo manteca. Un día pensé: ¿qué es lo más hinchapelotas que se puede hacer con manteca? Manteca clarificada. Bueno, ahora llevo manteca clarificada, listo.
Me sirven caliente. Servime ya. SERVIME YA. Me enfrío enseguida sino. Y me cambia la textura. ¿Vos te creés que yo me puedo mantener así de divina si me dejás 10 minutos mientras sacás el pescado del horno? Noooo. Servime YA.
¿Me vas a poner en baño María para que aguante la textura y la temperatura? Bueno, dale. Hacelo bien, eh. Hacelo bien porque me pinta cortarme y te cago toda la comida.
A veces quiero que los cocineros lloren. Quiero que cuando escuchen “Salsa Holandesa” sientan una opresión en el pecho.
Acá Paulina dice que tiene una forma de hacer salsa holandesa para principiantes, que es más fácil que la original, que no lleva manteca clarificada y cuyo resultado es muy muy bueno.
Curtite, Paulina.
sobre esta salsa holandesa y cómo usarla
La salsa holandesa es riquísima chicos. Es una preparación clásica que vale la pena aprender a hacer, con o sin atajos.
Su uso más frecuente es como salsa para pescados, pero también se utiliza para carnes y verduras, sobre todo espárragos. Una carne al horno, un pescado a la plancha o unas verduras grilladas con salsa holandesa son un platazo. Pero el plato estrella de esta salsa, aquel en el que reluce, son sin duda mis adorados Huevos Benedictinos.
Ingredientes
para una salsera chica
2 yemas
150g. De manteca
1 cda. De jugo de limón (ó 2, es a gusto)
Sal y pimienta
Cómo hacer salsa holandesa
sin morir en el intento
1. Prepará un baño María: una olla con agua caliente, a fuego mínimo. Sobre esta olla, otra olla o un bol en la que cocinarás la salsa.
2. Lo siguiente y muy importante es que tengas lista la manteca, muy muy fría y cortada en daditos.
3. Colocá en la olla o bol las yemas (yo esta vez hice la mitad de los ingredientes), un chorrito de agua (1 cucharada). Empezá a batir. A partir de ahora vas a batir sin parar. No lleva tanto tiempo como la salsa original y no hace falta batir fuerte.
4. Mientras batís con una mano, vas agregando, con la otra y de a uno, los cubitos de manteca. Una vez que un cubito está incorporado o casi incorporado, agregás el otro y así… El truco está en que la manteca va enfriando la yema para que no se cocine. Hay que batir continuamente. Al terminar el último cubito de manteca, agregar el jugo de limón, sal y pimienta. Batir por última vez hasta incorporar.
5. Servir con lo que quieras, pero siempre inmediatamente ya que, como nos contó la propia salsa, al enfriarse cambia mucho la textura y cuesta volver a calentarla sin que se corte.
Y aquí mi salsa holandesa
en su versión más famosa: los huevos benedictinos
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