Un postre que a buen seguro, hará derretirse al instante a vuestra pareja, ideal para sorprender con un desayuno en la cama. Se prepara en un periquete, con lo cuál tampoco os tendreís que dar un madrugón.
Bajo este nombre se esconde un postre con bastante tradición y casi veneración en Austria. Los Salzburger-Nockerln, están a medio camino entre un soufflé y una magdalena muy esponjosa y se elaboran con ingredientes tan básicos como los huevos, el azúcar y la harina. Como decía anteriormente, junto al Strudel de manzana, el Topfenstrudel y el Kaiserschmarrn, goza de una alta reputación repostera en la gastronomía austriaca.
Fue creado en el siglo XVII en la ciudad de Salzburgo y según la leyenda, con este postre, se intenta representar a las tres colinas de los Alpes austriacos que rodean a la ciudad barroca donde nació el célebre compositor y músico Wolfgang Amadeus Mozart.
A pesar de la sencillez de sus ingredientes, el verdadero handicap de este postre, reside en su elaboración. La primera vez que hice estos Salzburger-Nockerln no quedaron con la forma que deseaba, es decir, imitando picos nevados y eso que recurrí a envases individuales, pero si fueron un éxito seguro en sabor.
Con la segunda tanda quedé más satisfecho. El montaje de las claras de huevo debe quedar muy consistente y la fuente donde se van a verter, se debe hornear unos instantes con la mantequilla y la nata (crema de leche), para que ambos se caramelicen.
Como decía al principio es una receta que puede darnos una grata impresión para una ocasión tan especial y el toque de vainilla que lleva esta receta, en contra de la original, hará que vuestra casa se inunde de un agradable y embriagador aroma, aún más si cabe, si los acompañaís de unos arándanos o frambuesas caramelizadas, el contraste es, sencillamente, espectacular.
Eso sí, debeís consumirlos recién salidos del horno antes de que los "picos" comiencen a desinflarse.
4 yemas y 6 claras de huevo
60+30 gr de azúcar avainillado
100 gr de azúcar glass más un poco para adornar
30 gr de harina tamizada
1 pizca de sal
4 cucharadas soperas de mantequilla
2 cucharadas soperas de nata (crema de leche) líquida
Opcionalmente arándanos, frambuesas o cualquier otro fruto rojo
Precalentar el horno a 200ºC.
Untar con la mantequilla y la nata (crema de leche) líquida una fuente refractaria.
Batir las claras de huevo a punto de nieve muy fuerte añadiendo una pizca de sal. Una vez montadas, incorporar poco a poco y con ayuda de una espátula, el azúcar glass y los 30 gr de azúcar avainillado con movimientos envolventes, procurando que las claras se mantengan firmes.
Aparte, batir muy ligeramente las yemas con el resto de azúcar avainillado.
Entremezclar con mucho cuidado las yemas a una parte de las claras; después la harina tamizada, y al final el resto de las claras montadas.
Calentar la fuente embadurnada durante 1 minuto. Retirar del horno.
Formar unas bolas grandes con ayuda de dos cucharones y ponerlas en la fuente.
Llevar al horno en el espacio intermedio y hornear sin aire de 10 a 15 minutos a una temperatura de 200ºC. Deben tomar un color dorado suave.
Retiramos las Nockerln del horno y espolvoreamos con el azúcar glass.
Servir inmediatamente acompañadas de frutos rojos o mermelada de los mismos.
El famoso arzobispo de Salzburgo, Wolf Dietrich von Raitenau, tenía dos debilidades: por una parte, una inclinación por gustos exquisitos y delicados en el buen comer, y otra, algo más cortesana y carnal que materializaba de la mano de una guapa chica del servicio, llamada Salomé Alt, quién se cuenta encandiló a su eminencia con este exquisito postre.
Una deliciosa opción, es la de macerar en la base de la fuente junto a la mantequilla y la nata (crema de leche), arándanos o frambuesas que darán un contraste ácido a la dulzura de nuestro Salzburger-Nockerln.