En mi pueblo -la Granja de San Ildefonso, Segovia, España- siempre se han cultivado las frambuesas. Mi madre siempre hablaba de un lugar en el que recogían las más ricas: la Casa de las Flores.
También allí existen unas pocas huertas en las que se cultivan los famosos judiones (unas fabes o judías secas gigantes) para hacer el famoso plato de puchero.
El caso es que llamó al timbre un paisano y nos ofertó las frambuesas recién cogidas de la mata esa mañana. ¡Eso si que es producto de "kilómetro cero"!
Comimos las frambuesas sin más, otras las puse en ensalada y la mayor parte las utilicé en este sorbete natural, sin aditivos, ni conservantes y que, como podéis comprobar, tiene el mismo color que las frambuesas con las que está hecho.
El problema surgió al poner la mezcla en la heladera. No funcionaba el aspa y no se podía batir bien, así que opté por el método clásico: llevar al congelador y dejar que el frío hiciera su trabajo. No tuve ni que remover para quitar los cristales, pues no se formaron (el truco es la cucharadita de Maizena que estabiliza y le da más elasticidad).
Para 1/2 litro de sorbete:
600 g de frambuesas
150 mL de agua
150 g de azúcar (yo lo utilicé glaçe)
1 cucharadita de Maizena
Se pone en un cazo el agua y las frambuesas y se cuecen durante 10 minutos:
Se pasa la frambuesa cocida por un pasapuré, colocando un bol debajo para recoger toda la pulpa. Después se filtra el zumo con ayuda de un colador, para eliminar las molestas pepitas:
Se añade el azúcar y la Maizena y se bate hasta que se disuelvan por completo. Se deja la preparación en la nevera unas horas hasta que enfríe.
Luego, se introduce en la heladora hasta que se espese bien. A mi este paso no me funcionó, así que lo metí directamente en el congelador.
Se saca un tiempo antes de comerlo, para poder hacer las bolas mejor. Se decora con frambuesas frescas y una hojita de menta o hierbabuena (opcional).