Cuando rastreamos las huellas de un postre tan internacional como la tarta de manzana, solemos irnos directamente a Francia, el baluarte de la alta repostería internacional.
La historia más que de vez en cuando resulta caprichosa, no en vano, pese a que podamos atribuir a los franceses su refinamiento y popularización, los orígenes de la tarta de manzana no se encuentran allí, sino en la Inglaterra de finales del siglo XIV.
En el libro de cocina The Forme Cury, editado alrededor del año 1390, se puede leer la receta de la que se considera la precursora de esta tarta.
Curiosamente, la corte del rey Ricardo II, miembro de la Casa Plantagenet, había recibido como herencia un amplísimo legado gastronómico de influencias puramente mediterráneas. Esto trasluce en los ingredientes, pero también en la técnica: una masa a base de manzanas, peras e incluso uvas pasas, teñida con azafrán y que se tapaba con una oblea.
Tanto gustó, que esta elaboración consiguió penetrar y extenderse a lo largo y ancho de las bastas colonias inglesas, continuando después de boca a boca entre colonos franceses y holandeses. Ellos se encargarían de difundir esta receta al otro lado del Atlántico, llevándola a países como Estados Unidos, lugar que promovió intensamente su consumo desde el siglo XVII. Esto, claro está, resultó determinante a la hora de establecer unas pautas concretas para su cocinado, adaptándose a cada región.
Así, encontramos la delicada tarta de manzana francesa, que surge por primera vez en el año 1651, haciendo su aparición estelar en el libro de El cocinero francés, de Pierre de la Varenne.
Se distingue, sobre todo actualmente, porque emplea como masa el delicioso, pero complejo hojaldre, confiriéndole un perfume embriagador a mantequilla.
En países como Holanda o Estados Unidos es algo más tosca, pero no por ello menos rica. En España, por motivos obvios, tuvimos una gran influencia francesa.
Esto nos ha llevado a adoptar la norma francesa, y, por tanto, la fórmula basada en el hojaldre.
Cómo hacer tarta de manzana de la abuela de hojaldre casera
En mi blog La Receta de la Abuela, fiel siempre al estilo que me caracteriza, os presento una tarta de manzana tradicional de la abuelabajo esta misma premisa, donde haremos uso del hojaldre como es la costumbre en esta deliciosa tarta .
Seleccionaremos manzana retiñera, una buena plancha de hojaldre, el cual, si os atrevéis, podéis preparar vosotros mismos, y una sofisticada crema de almendras que pone el colofón a un postre increíble.
Ingredientes:
Hojaldre de repostería 1 unidad
Manzana reineta 3 unidades
Mermelada de melocotón (cantidad suficiente)
Mantequilla en dados (cantidad suficiente)
Azúcar blanquilla (cantidad suficiente)
Almendra molida 25 g.
Azúcar blanquilla 25 g.
Huevo M 1 unidad
Ron 1 cucharadita
Elaboración:
Personalmente, prefiero preparar porciones individuales, que además de quedar más vistosas, son más fáciles de manejar, en tanto que podremos controlar el proceso de elaboración de forma pormenorizada. Comenzaremos con la crema de almendra, para lo que tan solo mezclaremos la almendra, con el huevo y el ron, integrando bien todos los ingredientes. La dispondremos en un bol pequeño, filmaremos a ras para evitar que se endurezca y refrigeraremos.
Para la tarta cortaremos el hojaldre en cuatro círculos, o si se quiere, con el afán de no desperdiciar masa, en cuadrados. Emplearemos un cortapastas o, si carecemos del mismo, una puntilla, apoyando la masa sobre la mesa y dibujando un círculo. En sustitución del hojaldre, podríamos utilizar, por ejemplo, una masa quebrada o pasta brisa. Mientras tanto precalentaremos el horno a 175º, con calor arriba y abajo y función ventilador activada si la hubiera.
Pelaremos, descorazonaremos y cortaremos las manzanas finamente, pues se cocerán íntegramente en el horno. Dado que es un producto proclive a oxidarse, recomiendo esparcir unas gotas de limón en la superficie. Acomodaremos sobre cada círculo con una cuchara un poco de la crema de almendra que habíamos preparado anteriormente. Trataremos de no llegar al borde, o de otro podría escurrirse por la acción del calor ensuciando así la bandeja.
Dispondremos armónicamente los trozos de manzana, conformando una espiral o acordeón, solapando ligeramente una sobre la otra, procurando que el círculo se cierre en el interior. Colocaremos unos pequeños dados de mantequilla anárquicamente por la superficie y hornearemos las tartaletas encima de un papel sulfurizado o silpat, preferiblemente colocado en una rejilla, permitiendo que se cocine de manera uniforme y evitando que la base quede muy tostada.
Transcurrido el tiempo, las sacaremos del horno y espolvorearemos una fina capa de azúcar sobre cada una de las tartas. Deben quedar completamente tupidas, pero la capa tiene que ser fina, ya que si echaremos demasiado azúcar se formaría una membrana de caramelo demasiado espesa y difícil de masticar. ¡No queremos empastarnos las muelas! Con la ayuda de un soplete de cocina, o en el grill del horno, calentaremos el azúcar hasta verlo caramelizado.
Finalmente, pintaremos cada tarta con un poco de mermelada de melocotón, que es lo que mandan los cánones, sin embargo, como siempre digo, siéntete con total libertad para improvisar. La mermelada no solo le aportará sabor y dulzor, sino que también le conferirá un brillo sumamente atractivo. Suele servirse completamente fría o, si se prefiere, templada. Para coronarlas no es necesario complicarse demasiado, bastará con una hoja de menta fresca.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.