¡Hola!
¿Que tal mis queridos lectores, como va el verano?
¿Habéis hecho las vacaciones o estáis esperando para cogerlas el mes que viene?
Como os mencione en mi última entrada, yo este año las estoy disfrutando en este mes de julio y la verdad me han cundido para mucho, las estoy aprovechando al máximo.
Si no fuera porque este mes me ha tocado ser la anfitriona del Reto - "Alfabeto dulce", no se si hubiera publicado esta semana tampoco. Por lo menos hasta agosto quise estar tranquila y sin muchas obligaciones, de relax total, disfrutando del verano y de mi gente.
Y tengo que reconocer, que después de esta pausa en el blog me ha costado preparar la entrada de hoy (y mira que la receta es cortita), no se pierde mucho tiempo en prepararla, pero volver a la rutina bloguil me está costando. Espero que en las próximas semanas se me pase este sentimiento.
Se puede decir que vuelvo por aquí justo después de un mes, ya que el día 25 se publica la receta de este Reto. Por la fecha en la que estamos, os daréis cuenta de que estoy publicando la receta con un día de retraso. Gracias a mi vaguez me ha pillado el toro, lo tengo que reconocer. Por este motivo le pido perdón a la Ana del blog Cook the Cake, que es la que organiza este Reto y también al resto de los participantes, que han publicado sus recetas a la fecha y a la hora exacta. No me gusta llegar tarde a ningún sitio, ni retrasarme, ni que se me retrasen, lo veo como falta de respeto y últimamente en el blog con los Retos esto mismo me está pasando a mí. Así que hay que replantear el tema de las publicaciones, intentar gestionar mi tiempo libre de otra forma y solucionar este tema.
Como este mes soy la anfitriona me ha tocado elegir el ingrediente para el Reto. He elegido la sémola de trigo ya que la letra con la que tenía que empezar el nombre del ingrediente era la "S". Si te paras a pensar no hay muchos ingredientes que empiezan por esta letra. Al principio había pensado en la sandia pero, con la sandia la verdad salvo helados y granizados poco más se puede preparar. A la sémola de trigo aunque no lo parezca se le puede sacar mucho más partido en repostería. Por aquí no se suele utilizar mucho, por no decir casi nada. Se utiliza mucho en la cocina árabe, para hacer platos dulces o salados, también en muchos países de Sudamérica, e incluso en países del oeste de Europa. En Italia también tienen varios postres muy conocidos y muy ricos que se preparan con sémola de trigo. De hecho mi idea principal era preparar una rica tarta italiana de queso y sémola de trigo, pero en el último momento he cambiado de idea, así que de momento queda pendiente la publicación de esta tarta.
El bizcocho que os traigo hoy de nuevo es una receta de mi madre y típico de mi país. Para los que no lo sepáis soy de Macedonia. Aunque se conoce como un dulce típico de Macedonia, a mi me da que tiene que ver algo con el oriente, teniendo en cuenta que mi país durante muchos siglos ha estado bajo el Imperio Otomano. Creo que esta delicia nos la dejaron en herencia las mujeres turcas, pero no hay datos sobre esto, así que esto son solo mis creencias.
Y digo esto porque este bizcocho por su elaboración y textura me recuerda a la repostería oriental. Ya sabemos que en la cocina del oriente se usa la sémola de trigo para la elaboración de postres, luego la mayoría de los dulces son sencillos, bastante dulces e incluso empalagosos, se usa mucho el almíbar y en cantidades para emborracharlos. El ejemplo más conocido son las baklawas y el cadaif. Y es lo que pasa con este dulce, reúne todas estas características.
Los turcos dicen que no se puede hablar de una buena comida si la misma no acaba con un buen dulce, incluso su café siempre va acompañado de un bocado dulce.
Mi madre solía preparar este bizcocho muy a menudo en casa, era el preferido de toda la familia, nos gustaba a todos. A mi no me gustan los dulces demasiado empalagosos, pero este es una excepción. No es nada de otro mundo, es sencillo y rico, quizá me gusta por esto, por su sencillez. A mi me recuerda a los borrachitos de aquí, solo con una textura un poco más granulosa, ya que la sémola se hace notar.
Existen sus versiones más modernas con frutos secos, chocolate o almíbar preparado con leche, pero yo os traigo hoy la versión más clásica y más antigua. He de deciros que esta receta se la pasó mi abuela a mi madre y a ella su madre, así que se puede decir que esta receta es de mi tatarabuela y tiene más de dos siglos. Mi abuela lo media todo con cucharas, a la antigua, y yo la tengo apuntada así y en tantos años ni me había esforzado a pesar los ingredientes para apuntarlos en gramos, me gusta tenerla apuntada así. Lo he hecho ahora por vosotros y para el blog.
El Aravaniya (Aravanija - es como se escribe en mi idioma) es perfecto como postre después de una comida no muy copiosa o como merienda. Al estar emborrachado en almíbar no es muy recomendable tomarlo por la noche o tarde noche, ya que se hace pesado.
Espero que os guste y que os animéis a prepararlo.
Utensilios necesarios:
Tamiz, batidora eléctrica de dos varillas, báscula alimenticia, espátula de silicona, cazo, jarra medidora y molde que no sea desmontable o una fuente apta para el horno de 28cm de diámetro.
Ya me diréis que os ha parecido esta sencilla receta.
La semana que viene es el cumpleaños de mi hija mayor, así que dulces y tarta no podrán faltar. Haber si mis hijas me dejan y le puedo hacer fotos a la tarta y os la enseño por aquí, ya que mi hija este año la quiere cubierta de fondant y hace tiempo que no hago una, además en el blog todavía no os he traído ni una tarta decorada. De momento la idea es esta, si no cambia de idea mi hija en el último momento.
Hasta dentro de unos días.
Disfrutar del verano y del buen tiempo.
Besos