Como personaje público que es, Karlos Arguiñano tiene sus seguidores y detractores aunque lo que sí está claro es que su fama va más allá de lo puramente gastronómico, siendo este punto el trampolín para la figura mediática actual. Simpático y con carisma, se ha sabido ganar a los medios, en los que se mantiene con más gloria que pena desde hace dos décadas mínimo.
Su cocina bebe de la variedad y la riqueza de los fogones del norte, como buen vasco, y tiene también ese aire internacional y casero que le gusta al gran público. Comprando un libro de Arguiñano casi siempre se va a lo seguro ya que nos encontraremos recetas variadas, cocina mediterránea y unos menús bastante fáciles de preparar, asequibles tanto para cocinillas como para los menos entendidos. No en vano, muchos somos los que en casa preparamos habitualmente algunas de sus recetas y algunos hasta aprendimos a cocinar con sus explicaciones.
Este libro, del que he sacado recetas como los pimientos del piquillo rellenos de bacalao, que se ha convertido en un habitual en los eventos y celebraciones de casa, está estructurado en cuatro secciones donde se proponen menús según la estación del año. 25 menús por estación, dos platos y un postre por cada menú. Todo en 430 páginas. Casi a página por receta con fotografía, lo que nos habla de la facilidad de preparación ya que no son necesarias explicaciones largas. Ya os digo, es uno de los libros que consulto habitualmente en busca de ideas.
Lo mejor: lo que he dicho variedad y facilidad. Lo peor: a veces los ingredientes habituales en el norte de España no son tan fáciles de encontrar aquí en el sur aunque suele haber casi siempre alguna alternativa.
Mi ejemplar es del año 1998, del Círculo de Lectores y no se si se seguirá editando pero tratándose de Karlos Arguiñano tienes en cualquier librería varios títulos similares para elegir. Y si no, su página web, que ofrece bastantes rectas en modo gratuito.