Hace mucho que oí hablar de estas sartenes pero siempre me echaba para atrás el proceso de curación antes de el primer uso y que no se pueden meter en el lavavajillas. Y yo meto al lavavajillas de todo.
Pero estoy cansada de comprar sartenes, buenas, malas o regulares, que con el uso se van pegando. Y no hablo de años de uso, si no que es cuestión de meses.
Las últimas que se me estropearon fueron unas de cerámica en las que no podía cocinar nada porque todo se pegaba.
Así que decidí probar con una sartén de hierro y busqué una barata (25€), para que si no me gustaba la pérdida no fuese tan grande.
Elegí una de 16 centímetros de base, ya que es la que utilizo con más frecuencia.
Mi sartén es de la marca "De Buyer", aunque existen otras marcas en el mercado. Está hecha de hierro y lleva un recubrimiento de cera de abeja, como podemos comprobar con el dibujo de una abeja en el mango de la sartén. Es apta para la cocina de inducción. Es muy pesada (1,4 kg), así que darle la vuelta a la tortilla en ella requiere mucha fuerza.
Como no tiene ningún recubrimiento anti-adherente, el mango quema cuando la estamos utilizando. Pero ese es un problema menor porque a parte se venden unas fundas de neopreno para aislar el mango del calor y poder agarrarlas sin quemarnos.
La sartén viene acompañada de instrucciones de uso (con una traducción al español bastante mejorable, la verdad) y en su web www.debuyer.comhay vídeos explicativos para su utilización.
Cuando vayamos a estrenarla tendremos que seguir unos sencillos pasos:
1) Lavamos la sartén con agua muy caliente. Frotamos el exterior con un estropajo para eliminar los restos de cera de abeja.
2) Secamos exhaustivamente con papel absorbente.
3) Echamos 1 milímetro de aceite en la sartén y lo cocemos. Es suficiente con ponerlo a fuego y medio y dejarlo unos minutos.
4) Tiramos el aceite cuando se haya enfriado (nunca por el fregadero, por favor) y secamos la sartén con un papel absorbente.
Si la vamos a utilizar en ese momento, simplemente pondremos el aceite a calentar como haríamos en otra sartén.
Si la vamos a guardar, untamos un poco de aceite por el fondo y las paredes de la sartén. Esto evitará que se oxide.
Cada vez que la utilicemos el proceso de limpieza es el mismo: se retira el aceite, se pasa por el grifo de agua caliente, se seca con un papel absorbente y se unta de aceite. No es necesario utilizar jabón. El agua elimina perfectamente los sabores y olores (el mismo día preparé salmón para comer y una tortilla para cenar y os aseguro que la tortilla solo sabía a ella misma).
La peculiaridad de este tipo de sartenes es que van ganando en anti-adherencia con el tiempo y los usos, por lo que es posible que las primeras veces que la utilicemos la comida se pegue un poco. Si ocurre esto retiraremos los restos de comida pegados frotando con un estropajo.
A medida que la utilicemos podremos comprobar como el fondo se va ennegreciendo, esa es la señal de que la sartén va ganando en anti-adherencia. Tendremos unas sartenes muy feas pero muy efectivas.
Es importante que calentemos la sartén poco a poco, pues el calor excesivo e inmediato podría deformar el fondo. Ese tipo de calor tan rápido ocurre en las cocinas de inducción, así que es un detalle a tener en cuenta.
Yo llevo algo más de un mes utilizándola y estoy muy contenta con el resultado. La comida no se pega, el proceso de lavado no es tan pesado como pueda parecer y la comida está mucho más jugosa. Esto se debe a que el hierro tiene tanta capacidad de conducción del calor que la sartén sella los alimentos con facilidad, evitando que las comidas queden "recocidas".
Después de la experiencia tan positiva creo que no tardaré en renovar el resto de las sartenes.
Si os animáis a comprar una, fijaos bien en las medidas. La mayoría de las webs destacan la medida de la parte alta de la sartén, que es bastante más ancha que la base.