Ésto ya se está convirtiendo en costumbre. Sí, me refiero a las prisas de última hora por preparar las recetas, sobretodo cuando éstas me llevan de viaje a algún lugar de Europa. No quiero perderme ningún destino del reto #reposterasporeuropa por nada del mundo y aunque, como en este caso, la receta y el post los haga el día antes y fotografíe el postre el mismo día de su presentación, le he pedido permiso a la anfitriona para llegar un poco más tarde que de costumbre.
Tras las vacaciones de Semana Santa viajo deprisa y corriendo a una gran desconocida para contaros que, Albania, nuestro destino de abril, no es tanto como la pintaban (el país más pobre de Europa) y se ha convertido en un país aún por descubrir.
Los Balcanes antes eran un destino para valientes, y Albania para los más intrépidos, ahora los lugareños te reciben con los brazos abiertos, aún no acostumbrados a los turistas, pero encantados de tenerlos cerca. No en vano los albaneses son famosos por su hospitalidad.
Este pequeño país se ha nutrido de todas las civilizaciones que han pasado por él, creando un entramado de culturas, ricas por la diversidad que aportan al país. Principalmente rural menos su capital, Tirana, que es donde hoy aterrizamos.
Tirana es una ciudad de grandes bulevares en los que contrastan los edificios comunistas con los restos de búnkeres y los altos rascacielos. Su estilo arquitectónico es propio y hace que no se parezca a ninguna otra capital europea.
Albania es un país sumamente montañoso y costero a la vez. Cuenta con 14 parques nacionales e infinidad de monumentos naturales (cuevas, lagos, bosques...), por ello no debemos dejar de visitar Pogradec, ciudad situada al sureste junto al lago Ohrid y declarado Patrimonio de la Humanidad, y que cuenta con una localidad del mismo nombre, situada en la República de Macedonia.
También podemos destacar Butrinto, zona arqueológica donde podemos encontrar ruinas representativas de cada una de las etapas de la historia de Albania. Asimismo los centros históricos de Gjirokastra y Berat, son considerados también Patrimonio de la Humanidad de carácter cultural y son claros ejemplos de típicas ciudades otomanas en perfecto estado de conservación.
Pero si lo que queremos es playa, ¡estamos de suerte! La Riviera albanesa está de moda por sus turísticas playas. Es obligado visitar lugares como Sarandë con su "Ojo Azul" o manantial subterráneo que brota en una laguna formando un círculo de aguas de diferentes tonos de azul que se asemejan a un ojo, o Vlorë uno de los puertos más importantes del país.
Y una vez más, me lío contándoos los interesantes lugares que hay que visitar y dejo para el final nuestro tema preferido. La gastronomía albanesa está influenciada por la cocina turca, la griega y la italiana. Los platos no son muy elaborados y en la mesa siempre están presentes las sopas como la de fideos, limón, col o arroz, las ensaladas en las que nunca faltan los pepinos, los tomates y las aceitunas, las carnes (principalmente el cordero), guisados acompañados de yogur, el comlek o estofado con mucha cebolla, o el ferlëk, hígado con huevos, queso de oveja y perejil y los pescados a la brasa tradicionales de las zonas costeras.
Habitualmente utilizan hierbas aromáticas variadas del tipo mediterráneo en la preparación de sus platos como el tomillo, el romero, la pimienta, la menta, la albahaca, además de estar muy presente en su cocina el aceite de oliva y el yogur, base de muchos platos típicos. El raki es una bebida alcohólica popular que está preparada a base de uvas y frutas de la zona.
Y no podía dejar de mencionar sus postres, influenciados por la cocina árabe en general y turca en particular, como la baklava, pastel a base de nueces, hojaldre, semillas de sésamo y almíbar, el akullore o helado con una mezcla de sabores característicos, las pequeñas kurabie o galletas tiernas de mantequilla, el kadaif o postre de masa filo triturada espolvoreado con azúcar de vainilla y nueces entre otros.
Yo os traigo una basbousa o revani típico dulce hecho de sémola y coco rallado emborrachada con un almíbar de limón y tradicional en los países árabes. A continuación os dejo la receta que he modificado un poco, sustituyendo la sémola de trigo por Maizena.
INGREDIENTES
Para el pastel
2 tazas de sémola de trigo (yo la sustituí por Maizena)
1 taza de coco rallado deshidratado
⅓ de taza de azúcar
1 cucharadita de bicarbonato
110 gr. de mantequilla derretida
1 taza de yogur griego
25 almendras crudas (para adornar)
Para el almíbar
2 tazas de azúcar
1½ taza de agua
Zumo de ½ limón
ELABORACIÓN
Precalentamos el horno a 200º C.
Engrasamos un molde cuadrado desmontable de 22 x 22 cm.
En un recipiente ponemos la Maizena, el coco rallado, el azúcar, el bicarbonato y añadimos la mantequilla derretida. Mezclamos bien hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
Agregamos el yogur y seguimos mezclando bien hasta que la masa sea homogénea. Obtenemos una masa bastante pegajosa y gruesa.
Presionamos la masa en el fondo del molde con ayuda de una cuchara. Debe quedar de un grosor de unos 2 cm.
Precortamos la masa en cuadrados y colocamos una almendra entera en cada uno de ellos para decorar. También podemos utilizar pistachos, anacardos o cualquier fruto seco que nos guste.
Horneamos de 30 a 35 minutos o hasta que la superficie esté dorada.
Mientras tenemos el pastel en el horno, aprovechamos para preparar el almíbar, para ello en un cazo ponemos el agua el azúcar y el zumo de limón y llevamos a ebullición. Hervimos durante 10 minutos. Retiramos del fuego y dejamos enfriar.
Una vez el pastel está horneado, lo cortamos por las líneas de precorte, vertemos el almíbar ya frío sobre él y dejamos reposar durante unos 15 minutos para permitir que se empape bien.
La basbousa aunque es un postre de origen egipcio, también se puede encontrar en las cocinas de la zona este del Mediterráneo con diferentes nombres. En Turquía se conoce como "revani" y en Grecia como "ravani", dándole en cada país su toque personal.
A pesar de haber sustituido la sémola de trigo por Maizena el sabor es delicioso. Es un tipo de pastel compacto, húmedo, con un riquísimo y dulce sabor a limón. En el almíbar también se le puede añadir una cucharadita de agua de rosas (muy utilizada en los países árabes, al igual que el agua de azahar).
Espero que os haya gustado tanto como a mi este postre. Vengo con las pilas cargadas, así que estoy deseando saber ya nuestro próximo destino para ir preparando las maletas.