En nada no apetecerá encender el horno y probablemente este sea el último bizcocho hasta después del verano.
Sigo usando los botes de mermelada que tenía empadronados en los armarios de la cocina y la mezcla de sabores de esta mermelada me llamaba la atención pero no lo suficiente como para comerla en tostadas.
Confesaré además que no soy muy fan de poner mermelada sobre las tartas de queso, así que tengo complicado darles salida si no es de esta manera.
Además en casa están encantados con los bizcochos de mermelada, porque quedan muy húmedos y jugosos así que duran un suspiro.
Y si como este se prestan a meterle "tropezones" yo más contenta aún porque tenía un paquete de mango deshidratado que me llamó mucho la atención pero una vez en casa pasó a ocupar indefinidamente espacio en los armarios de la cocina, así que esta receta me vino de lujo para usarlo.
Lara es menos fan de encontrar "cosas" en los bizcochos. Lo cierto es que esta niña es tremendamente cuadriculada para la comida y quitando cuatro o cinco alimentos el resto ni los prueba, y si en su abc de comidas hay el mínimo cambio tampoco transige.
Supongo que habrá que darle tiempo y que poco a poco cambiará y se animará a probar cosas nuevas.
Los demás no tenemos problema alguno, sobre todo Elena que se atreve con absolutamente todo y por lo general todo le gusta, así que estos bizcochos están siendo todo un triunfo en casa y me están ayudando a hacer hueco en los armarios que buena falta hace.
Esta combinación de frutas me resulta muy veraniega así que me parece ideal para irme despidiendo de las recetas con horno e irle dando la bienvenida al buen tiempo y al calor, del que no soy nada fan, pero que hay que vivirlo año tras año.
Para no entrar en bucle voy combinando la mermelada con distintos ingredientes. En ocasiones uso aceite, en otras mantequilla, alterno azúcar, miel o sirope de ágave, pongo leche, yogur, buttermilk... lo que buenamente tengo a mano o lo que se me ocurre sobre la marcha.
El resultado siempre es bueno y mientras sean bien acogidos voy a seguir haciéndolos a ver si doy fin a los botes que tengo (que creo que ya no son muchos afortunadamente)
En las últimas semanas he puesto el freno a la repostería porque mi marido sigue en el hospital a la espera de una última prueba (que se pasa allí los días muertos el pobre, que no está enfermo para estar en hospital pero le están alargando muchísimo la estancia para hacerle las pruebas) y no estoy yo para comerme su parte de los bizcochos.
Y porque con la llegada del buen tiempo he hecho más salidas con las niñas y por tanto he podido dedicar menos tiempo a la cocina.
Para rematar llevo una semana regular con la alergia, que llega todos los años, pero eso no quita que nunca me venga bien soportarme en este estado.
Lo bueno de esta receta es que no se ensucia prácticamente nada para prepararla y que en menos de diez minutos puedes tener el molde en el horno. ¡No se le puede pedir más!
Yo he tirado de este molde en forma de corazón pero se puede preparar en cualquier molde que tengáis en casa, ya sea redondo, rectangular, tipo rosco... Si es rectangular probablemente necesite un poco más de tiempo para que se haga por el centro pero no es problema alguno que no se pueda ir controlando pinchando con una brocheta de madera y viendo el estado de horneado en el centro.
Y por supuesto lo podéis hacer con cualquier bote de mermelada que tengáis en casa, sea del sabor que sea, porque si es casera a buen seguro estará mil veces mejor.
¿Os apetece un trozo?
Ingredientes:
* 3 huevos
* 50 gramos de sirope de ágave
* 100 gramos de mantequilla
* 300 gramos de mermelada
* 16 gramos de levadura química (impulsor)
* 1/2 cucharadita de jengibre en polvo
* 300 gramos de harina
* 150 gramos de fruta deshidratada
Elaboración:
1. En un bol ponemos la mantequilla derretida, los huevos y el sirope y batimos hasta integrar
2. Añadimos la mermelada y mezclamos hasta tener una masa sin grumos.
3. Ponemos el jengibre en polvo, la levadura y la harina y batimos hasta integrar. Reservamos.
4. En un bol ponemos la fruta deshidratada, añadimos una cucharada de harina y mezclamos bien.
5. Vertemos la fruta en la masa del bizcocho y repartimos con ayuda de una espátula.
6. Pintamos un molde con mantequilla y vertemos la masa.
7. Introducimos en el horno precalentado a 180ºC y horneamos durante unos 60 minutos o hasta que al pinchar en el centro con un palillo este salga limpio.
8. Apagamos el horno, dejamos reposar diez minutos con la puerta abierta, sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Para conservarlo lo mejor es envolverlo en film transparente y guardarlo en la nevera ahora que hace calor.
Cuando yo lo preparé la temperatura era más suave y lo dejé en la encimera, sin refrigerar, pero a estas alturas no lo recomiendo salvo que os lo comáis de una sentada.
Al ser una receta de aprovechamiento va para el reto 1+/-100, desperdicio cero de Marisa en el que tanto me gusta participar y que siempre os invito a visitar para iros repletos de buenas ideas que replicar en vuestras cocinas.
Gracias por seguirme acompañando cada semana ¡nos leemos el jueves próximo!
Manos a la masa y ¡bon appétit!