250 grs de calabaza ya pelada y sin pepitas
150 grs de harina de trio
2 huevos medianos
10 grs de azúcar
ralladura de la piel de 1/2 naranja
ralladura de la piel de 1/2 limón
1/2 cucharadita de postre de canela en polvo
una pizca de sal para montar las claras
5 grs de levadura química o polvos de hornear
azúcar para decorar
abundante aceite para freir.
Elaboración:
Para cocer la calabaza la cortamos en trozos y la ponemos en un cazo con un poco de agua para que quede casi cubierta. Ponemos la temperatura del fuego para que esté alta y cuando empiece a hervir bajamos el fuego para que esté suave pero siga borboteando, y cocinamos la calabaza unos 25 minutos o hasta que podamos pincharla con un tenedor y notemos que está tierna.
Guardamos el líquido en el que hemos cocinado la calabaza por si después lo necesitamos.
Trituramos la calabaza utilizando una batidora de mano hasta aque quede cremosa y sin grumos.
Cascamos los huevos y ponemos las claras en un bol y las yemas en un pequeño recipiente.
Montamos las claras. Echamos a las claras una pizquita de sal y las batimos un poco a mano utilizando una de las varillas de la batidora eléctrica que vayamos a utilizar, hasta que salga espuma.
Batimos con una batidora eléctrica hasta obtener una textura firme, tanto que si le das la vuelta al bol no caigan.
Ponemos encima de otro bol un colador y echamos encima la harina para que pase a través de él, o dicho de otra manera, tamizamos la harina.
Incorporamos también la levadura química, el azúcar, la canela, la ralladura de naranja y limón, las 2 yemas y el puré de calabaza.
Mezclamos todos esos ingredientes con unas varillas manuales o incluso con una lengua de cocina hasta que la mezcla sea homogénea y sin grumos. El espesor debe ser similar al de una bechamel. Si por lo que sea quedara muy densa podemos añadir un poco del agua de la cocción de la calabaza que habíamos reservado.
Ahora vamos incorporando las claras montadas en 3 o 4 tandas y con movimientos envolventes desde los bordes hacia el interior con una lengua de cocina. El objetivo es que la textura se mantenga esponjosa y no pierda el aire que aportan las claras.
Ya simplemente nos queda freir los buñuelos en una sartén o cazo con abundante aceite y con el aceite bien caliente pero sin que llegue a humear.
Preparamos un plato con papel de cocina encima para ir poniendo los buñuelos cuando estén fritos.
Para darle forma a los buñuelos podemos utilizar un sacabolas de helado o 2 cucharillas de postre y con ellas les damos forma redondita y los echamos en el aceite.
Debemos freírlos por tandas sin estar unos encima de otros y teniendo en cuenta que crecen bastante casi doblan su tamaño.
Les iremos dando vuelta con una espumadera. Suelen tardar entre 3 y 4 minutos depende del tamaño.
Al sacarlos espolvorearemos por encima con azúcar y moveremos un poco para que queden impregnados por todas partes.