Asar los pimientos nosotros mismos y no comprarlos ya preparados puede parecer una tontería pero son esos pequeños detalles los que realmente marcan la diferencia.
Los pimientos asados tienen mil usos como acompañar a una buena carne asada o como ingrediente de una ensalada. Además son fáciles de preparar así que ¿por qué no probar?
Creedme, si lo hacéis, nada volverá a ser lo mismo.¿Qué necesito?
1 pimiento rojo o verde, eso queda a vuestra elección
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Vinagre de Módena (opcional)
¿Cómo lo hago?
Precalentamos el horno a 180º.
Con un cuchillo, recortamos el pimiento alrededor del tallo intentando sacar las semillas sin romperlo. Si se nos rompe tampoco pasaría nada, solo tenemos que estar más atentos de que no se nos dore demasiado en el horno.
Lavamos y secamos bien el pimiento. Lo untamos con aceite del oliva y lo colocamos en una fuente apta para horno.
Horneamos durante 1 hora, dándole la vuelta pasados 30 minutos.
Al sacarlo del horno, cubrimos la fuente con papel de plata y dejamos que se enfríe.
Cuando esté frío, destapamos. Veremos que la condensación ha separado la piel del pimiento de la carne con lo que es facilísimo despellejarlo.
Lo hacemos con cuidado encima de la fuente donde lo hemos horneado para que los jugos que vaya soltando no se pierdan. En la misma fuente lo cortamos en tiras o trozos y le añadimos un poco más de aceite de oliva y sal.
Lo podemos conservar en un táper en la nevera durante varios días sin problema. Si lo queremos usar en ensaladas (algo que os recomiendo totalmente) lo podemos aliñar también con un poco de vinagre de Módena y lo conservamos ya así para que los sabores se mezclen. Quedará buenísimo.