Un truco que he aprendido hace relativamente poco tiempo (lo leí en Real Simple, The best way to store tomatoes), y tras probarlo he visto que ¡funciona!, consiste en quitarles el tallo a los tomates y depositarlos boca a abajo (con la parte del tallo tocando la superficie de una mesa, una encimera, un plato…). Al principio me pareció una simpleza pero os reto a que lo probéis.
En cuanto dónde guardarlos, depende si están muy maduros o no o cuando queréis comerlos. Si están maduros, pero no en exceso y vais a comerlos en los próximos días, lo mejor es que los guardéis a temperatura ambiente en un lugar fresco. Si vais a tardar como mínimo una semana lo aconsejable es que los dejéis en la nevera y los saquéis a temperatura ambiente unas horas antes de comerlos (2 o 3 horas como mínimo para que recuperen parte de su sabor).
La temperatura de la que disfruta el tomate en el campo es la temperatura a la cual el tomate continúa madurando. Por encima de esa temperatura los tomates maduros se vuelven demasiado maduros rápidamente. Deberíais guardarlos en un lugar seco y fresco, para mantenerlos en su temperatura óptima.
¿Se debe refrigerar un tomate?
Idealmente, no. Las temperaturas frías de la nevera dañan los tomates, e incluso recuperarlos a temperatura ambiente no los ayudará a recobrar su pleno esplendor, pero puede que os veáis en la obligación de hacerlo si tenéis una gran cantidad de tomates maduros que no vais a poder consumir inmediatamente y queréis evitar que se pudran antes de poder usarlos.
Guardar los tomates en la nevera detendrá el proceso enzimático de la fruta. Esto reducirá su sabor, aumentará los azúcares y puede dar lugar a una textura harinosa. A veces, los tomates fríos incluso pierden parte de su color. Si los tomates están verdes, la fruta nunca madurará adecuadamente.
Si al final, sopesando pros y contras, decidís guardar los tomates en la nevera nunca lo hagáis metidos en una bolsa de plástico ya que los tomates desprenden etileno y al acumularse en la bolsa hace que maduren muy rápidamente y que se pudran.
Resumiendo:
Si los tomates están verdes:Mejor guardarlos en un lugar fresco pero no muy frío, guardados en una bolsa de papel o al aire. Vigilad su punto de maduración ¡comedlos cuando estén en su mejor momento!
Los tomates están perfectos para comer:
Si los tomates están en su punto óptimo de maduración lo mejor es guardarlos fuera de la nevera en un lugar fresco procurando que no se toquen. El frío de la nevera hará que pierdan sabor.
Si los tomates ya están excesivamente maduros:
En este caso lo mejor es guardarlos en la nevera, en un recipiente con una rejilla que recoja el agua que puedan perder, y que no se toquen entre sí. Por supuesto deberéis consumirlos lo antes posible. Si son tomates para freír muy maduros, cuando los saquéis de la nevera pasadlos por agua del grifo y ¡preparados para freír!.
Si guardáis los tomates en la nevera no los pongáis en contacto con otras verduras ya que son muy perecederas.
Y si no prevéis que los vais a consumir en breve podéis congelarlos. Por supuesto no servirán para una ensalada, porque al descongelarlos habrán perdido su textura y parte de su sabor, pero es muy cómodo tenerlos en el congelador cuando necesitáis un tomate troceado para un guiso, por ejemplo. Sólo tenéis que ponerlos bajo el chorro de agua fría del grifo y la piel se desprenderá con facilidad. Para guardarlos en el congelador introducidlos mojados dentro de una bolsa abierta. Tendréis así tomates disponibles para cocinar todo el año.