Para que no nos den un pescado que no es fresco durante este otoño, nos fijaremos en el aspecto que presenta la pieza en general.
Por ejemplo, los ojos deben ser brillantes, una característica que también hemos de ver en el pescado en general, piel escamas, cola… en este caso, si hablamos de piel, esta de ser limpia y húmeda.
Por su parte, las escamas deben ser abundantes y de aspecto brillante. Es importante que estén pegadas a la piel y no sueltas. El olor del pescado fresco es inocuo, mientras que cuando no lo es, entonces sí desprende algo de olor fuertemente intenso.
El color también ha de ser brillante y vivo. Por ejemplo, rosa, rojo, gris fuerte, pero si está marrón o bien apagado, o amarillo, igual no es buena señal.
A la hora de comprar pescado fresco es mejor hacerlo siempre en lugares recomendados. Que ya conozcamos, que aporten seguridad, que sean traídos directamente de lonjas, nunca en mercadillos al aire libre donde no haya unas mínimas condiciones higiénicas o el pescado esté a la intemperie al sol. Los mejores son los lugares especializados, que cumplan con el circuito de manipulación y el de conservación correcto.
Tanto en tiendas físicas como online, hay muchos establecimientos que nos dan las garantías para hacerlo. Mira en las etiquetas, pregunta al vendedor y déjate aconsejar.
Aunque el pescado puede congelarse sin problema, es mejor no comprar grandes cantidades para este uso. La mejor manera de comer pescado es fresco y no dejarlo para más de dos días en la nevera. El sabor es tierno, con una carne especial y que da lugar a las mejores veladas y manjares para aquellas cenas de compromiso.
Es muy importante fijarse primeramente en la etiqueta. Pues nos da información del origen del pescado, de dónde se ha pescado, el método de producción al que ha sido sometido y otros.