¡¡Muy Feliz Año Nuevo a tod@s!!
Ojalá este año sea el bueno, el que todos estamos esperando para que se resuelvan temas pendientes, el año de la buena suerte y de la mayor felicidad posible.
Y como todos los años empezamos con muy buenos propósitos y muchísimos planes. Muchos deciden apuntarse al gimnasio (ir es otro tema) o hacer cualquier tipo de ejercicio, ponerse a dieta o simplemente llevar una alimentación más sana.
Yo me lo he tomado muy en serio y con esta entrada estoy segura de que te voy a sorprender, primero por que es extensa de narices (perdón de antemano) y segundo porque se aparta bastante de lo que suelo publicar, pero me ha llegado del cielo un producto, el kéfir, que algunos ya conocéis bien pero estoy segura de que la mayoría desconoce que se puede hacer en casa y tenerlo para muchos años.
Por propia experiencia he comprobado sus efectos beneficiosos y mi entusiasmo ha ido en aumento cada día. Pero no conforme con esto he hecho proselitismo a tope, vamos, que les he dado la lata a familia y amigos hasta decir basta y por eso me parece necesario hacer esta entrada para todos ellos y para ti que me estás leyendo, sobre cómo cuidar y mantener los gránulos de kéfir para que nos duren años y años.
Empezando por el principio, lo más básico:
¿Qué son los gránulos de kéfir?
El kéfir es un probiótico, una comunidad de bacterias y levaduras, es decir, microorganismos vivos que se alojan en el intestino y ayudan a mantener el equilibrio de las bacterias intestinales. Estos gránulos son de color blanco de aspecto similar a la coliflor. Pero no te asustes, no nos vamos a comer los gránulos directamente, sino que los fermentaremos con leche para hacer una bebida, la leche kefirada, cuyo sabor te recordará a un yogur natural líquido y podrás endulzar a tu gusto.
El kéfir de leche necesita lactosa para fermentar, no importa si la leche es entera, semidesnatada o desnatada. También puedes utilizar leches vegetales, de soja, arroz, avena, etc, pero has de asumir entonces que los granos de kéfir tendrán una vida limitada.
¿Y qué beneficios aporta?
Muchos y variados. Hay infinidad de páginas en Internet que puedes visitar para mayor información pero a groso modo son los siguientes:
- Su principal virtud es equilibrar la flora intestinal.
- Favorece la digestión y evita el estreñimiento.
- Estimula las defensas naturales.
- Potencial anti-inflamatorio en el intestino.
- Puede aumentar la densidad ósea y prevenir fracturas.
- Puede mejorar los síntomas de alergias y asma.
- Ayuda a reducir el colesterol.
- Diversos estudios lo muestran como prometedor en la prevención del cáncer de colon.
Vale, pues ahora te preguntarás, ¿dónde consigo los gránulos?
Si conoces a alguien que tenga, estará encantado de regalarte... porque además todavía no te lo he dicho pero crecen y crecen, y vuelven a crecer, así que no hay más remedio que regalar o tendrás en casa toneladas de leche kefirada.
Pero si no conoces a nadie que tenga, puedes comprarlos. Los míos son de www.kefiralia.es, una web especializada que te los puede proporcionar con la garantía de calidad probiótica máxima y todos los requisitos sanitarios, porque no todos los cultivos de kéfir son iguales y con algo que te puede durar años si lo cuidas bien, merece la pena asegurarte de que es de la mejor calidad desde sus inicios. Te recomiendo visitar la web porque allí encontrarás además de gránulos de kéfir, yogures, kombucha y otros productos naturales con las mayores garantías.
¿Necesito algún utensilio especial?
Necesitas hacerte con algo importantísimo pero muy barato antes de empezar.
- Un colador totalmente de plástico, es decir, que la malla también sea de plástico. (En kefiralia también lo puedes comprar). Esto es importante porque los coladores normales tienen la malla de aluminio y este metal puede dañar el cultivo.
- Una cuchara de madera o de plástico, o una lengua de las que usamos para los postres que es lo que yo uso, que por el mismo motivo que el colador no debe ser metálico.
- Un frasco de vidrio o también de plástico de 1 litro de capacidad por lo menos, para empezar.
- Tela fina o papel de cocina y una goma elástica.
¿Cómo cuido los gránulos?
Cuidar los gránulos es sencillísimo. En el frasco de cristal colocamos los gránulos y añadimos un litro de leche (yo le pongo semidesnadata). Tapamos el frasco con una tela fina, tipo gasa o sencillamente con papel de cocina como yo. Esto es porque el kéfir debe respirar pero evitamos que le entre polvo. Con una goma ajustamos el papel y dejamos el frasco a temperatura ambiente, por ejemplo dentro de un armario.
Esta es la cantidad de gránulos que recibí, para un litro de leche.
Al cabo de unas horas, de 12 a 24 , la leche espesará y obtendrás la leche kefirada. Tu propia experiencia te dirá en qué momento está óptimo para ti, con mayor o menor acidez o espesor según te guste, dejándolo más o menos tiempo fermentando (hasta 48 horas).
Con la leche ya espesa necesitas el colador de plástico. En un recipiente cuela la leche y escurre bien los gránulos en el colador. Limpia el frasco de cristal y vuelve a repetir el proceso añadiendo leche a los gránulos para volver a obtener leche kefirada para el día siguiente.
La leche kefirada la debes guardas en la nevera ( ahora si puedes tapar el bote) y se te conservará durante bastantes días, lo que no he podido comprobar todavía porque en mi casa te aseguro que no llega a la noche.
Después de tres semanas los gránulos se han triplicado
Por último cada semana o diez días es conveniente lavar los gránulos con agua mineral (hasta que el agua salga transparente) y de nuevo empezar el proceso.
Y esto es todo por hoy, siento si me he extendido demasiado pero espero haberte picado la curiosidad por el kéfir. Merece la pena, le vas cogiendo el gusto y ya no puedes pasar sin un par de vasos al día.
El próximo día te enseñaré un postre que hice con kéfir y ya verás qué rico!
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