Si sólo pusiéramos harina, mantequilla, azúcar y yema de huevo estas galletas serían “del montón”, por calificarlas de alguna manera. Pero tienen un ingrediente que las hace distintas a todas las demás. Nos referimos a los arándanos, esas bayas pequeñas, redondas, de color negro-azul, con un sabor entre ácido y dulce, que en sí mismas son como un botiquín que deberíamos tener todos en casa para prevenir muchas enfermedades porque entre otras cosas son antioxidantes, combaten el colesterol, tienen pocas calorías, etcétera, etcétera. Mejor no seguir. En una anterior introducción a una receta con arándanos decíamos que deberían recetarse a través de la Seguridad Social. Pero lo mejor de estas galletas está en su final en boca. Te queda un regusto que te impide comerte solamente una, con lo cual el efecto “medicinal” se multiplica. Ahí os va la receta curalotodo.
RECETA
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INGREDIENTES
250 g de harina
150 g de mantequilla fria
80 g de azúcar glas
30 g de yema de huevo
50 g de arándanos deshidratados
Una pizca de sal
Esencia de vainilla
PREPARACIÓN
Cortar los arándanos en trocitos muy pequeños y reservar.
Poner en un bol grande la harina, hacer un hueco en el centro y agregar la mantequilla fría cortada en dados.
Con los dedos, mezclar la harina con la mantequilla hasta que quede una masa arenosa.
Añadir el azúcar glas tamizado, una pizca de sal y una cucharadita de esencia de vainilla. Agregar las yemas de huevo y los arándanos y mezclar hasta que se integren los ingredientes.Unir la masa sin trabajarla demasiado.
Dejar reposar la masa estirada sobre dos papeles de horno durante una hora en la nevera.
Calentar el horno a 170º.
Retirar del frigorífico y estirar la masa con un grosor aproximado de medio centímetro. Cortar con cortapastas de diferentes formas.
Poner sobre una bandeja de horno cubierta con papel sulfurizado y hornear entre 12 y 15 minutos.
Retirar del horno cuando estén ligeramente doradas y dejar enfriar sobre una rejilla. Una vez frías espolvorearlas con azúcar glas.