En primer lugar, el mapa del tesoro. Existen infinidad de cortadores ad hoc, pero yo corté mis galletas a cuchillo. Hice unos rectángulos irregulares y para rematarlos fui dando pequeños cortes por todo el borde, para que el mapa fuese más antiguo. Una vez horneadas quedan así:
Luego hay que cubrir con icing en tono blanco roto que utilizamos para las velas del barco, intentando que la irregularidad de los bordes se conserve.
Cuando la galleta esté bien seca pasaremos al proceso de envejecido del papel. Yo utilizo siempre polvo mate en color marrón, aplicado en seco con un pincel.
Es importante insistir bien en los bordes para que el efecto de un mapa roto sea más visible.
Y ya están perfectas para pintar sobre ellas la isla del tesoro. Todos los elementos los hice con rotuladores comestibles; las líneas negras con un Rainbow Dust de punta fina y las rojas con el mismo por la parte gruesa. Esos bolígrafos son un vicio.
Ni que decir tiene lo divertido que es pintar mapas del tesoro. Sirenas, cuevas, palmeras, cocodrilos… ¡cualquier peligro vale!
Y para los piratas astutos que no hayan sido devorados por ningún bicho, al fin llega el tesoro: un buen puñado de doblones de oro.
Tan sencillos que casi no hay nada que decir: unas galletas redonditas cubiertas de icing marrón –sí, el mismo del casco del barco pirata– y dos capas de spray dorado. ¡El tesoro es nuestro!
Espero que hayáis disfrutado tanto como yo estos tutoriales piratas. ¡Ahora a hornear para vuestros grumetes favoritos!