Probablemente a muchos se les aparecerá la palabra café, durante años he hecho campaña a favor de esta bebida, se podría decir que yo misma la he tomado por bandera y me he autoconvertido en una "coffee queen".
Fuera bromas, y aunque prometo que no bebo {de forma habitual} más de dos vasos de café al día {sí, el café lo bebo por vasos...}, he de reconocer que es uno de esos sabores que me vuelven absolutamente loca. Cuando era joven y estudiante bebía café con el lejano deseo de mantenerme despierta cuando estudiaba por las noches. Mejor me hubiese ido llevando los estudios al día, pero ese es tema para otro debate. Después de tanto tiempo, y tantos cafés, bebo café porque me apasiona su sabor. Disfruto cada sorbo, busco las buenas cafeterías, que sirven y preparan buen café.
Pero es que la vida debe ser así, como es el café para mí. La vida debe ser para cerrar los ojos y disfrutarla a sorbitos. La vida debe ser dulce, pero con un toquecito amargo. La vida debe proporcionar bienestar y felicidad.
Este es el helado más cremoso que os podáis imaginar. De hecho me ha costado un mundo sacar las fotos, porque se derrite enseguida, vosotros mismos os daréis cuenta. Pero si os gusta el café... os va a apasionar esta receta, porque no sólo es fácil, fácil, fácil; además tiene un sabor delicado y maravilloso. Impresionante. Para sentarse en el sofá, viendo una buena película, y no dejar ni un poquito. Para chupar el bol a lengüetazos, porque así debe ser la vida también, cuando algo nos gusta hay que disfrutarlo hasta el final, sin esperar a ver si mañana... Mañana ya vendrá, y hoy... Hoy, nos tomaremos este rico helado de café.
Helado de café
Ingredientes:
2 cucharadas de café instantáneo {se puede graduar la cantidad en función de lo intenso que os guste}
1 cucharada de agua caliente.
100 g de azúcar.
5 yemas de huevo.
250 ml de nata (crema de leche) para montar {35% mínimo de materia grasa}.
200 ml de leche.
1/2 cucharadita de extracto de vainilla.
Preparación:
1. Disolver el café instantáneo en el agua caliente. Remover bien para que no haya grumos. Reservar.
2. Poner en un cazo a calentar la leche, la nata (crema de leche), la mitad del azúcar y la vainilla. Retirar del fuego cuando esté a punto de hervir.
3. Mezclar en un bol las yemas con el resto del azúcar. Le vamos añadiendo poco a poco la mezcla caliente mientras removemos {para evitar que se cuajen las yemas}. Cuando hayamos mezclado todo, volvemos a poner toda la crema a fuego medio, removiendo constantemente, hasta que espese. Debe tener la textura de unas natillas ligeras.
4. Cuando esté listo, retiramos del fuego, y le mezclamos el café que habíamos disuelto en agua al principio. Colocamos la crema en un bol, tapamos con un film sobre la superficie {para que no se forme costra} y reservamos en la nevera, al menos 4 horas, hasta que esté completamente frío; lo mejor es dejarlo en el frigo de un día para otro, sobre todo si vamos a utilizar una heladera sin compresor.
5. Si utilizamos la heladera, recordad que el recipiente debe estar dentro del congelador al menos 24 horas antes de elaborar el helado. Seguimos las instrucciones de nuestra máquina para elaborar el helado; habitualmente se vierte dentro de la cubeta con la máquina en marcha y se deja entre 15 y 45 minutos, dependiendo de la máquina y de lo fría que estuviese nuestra mezcla. Una vez formado el helado, lo colocamos en un recipiente hermético y lo guardamos en el congelador hasta el momento de consumir.
6. Si lo hacemos sin heladera, debemos poner la crema en un recipiente hermético e irla removiendo cada 45 minutos muy bien, para evitar que se formen cristales de hielo, durante unas 4-6 horas, aunque depende de la potencia de vuestro congelador.
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