Si habitualmente la comida de Navidad recae en vosotros, que estáis leyendo esto, y mientras cocináis y hacéis mil cosas a la vez el resto de la familia contempla los regalos ¡y suspira!, mira la televisión, o se toma una cerveza o una copa, entonces ahora es el momento de tratar de reparar esta situación. Este año, vais a delegar para que también vosotros, sufridos cocineros, podáis acurrucaros en un sillón, lo antes posible, con el resto de la familia, hasta la hora de comer.
Ya podéis empezar a escribir una lista ¡oh mis queridas listas! de quién estará en la comida y empezad a identificar a “posibles ayudantes”. Hablad con todos para informarles que este año hay que arrimar el hombro (mas vale una vez colorado que cien amarillo) y que todo el mundo va a estar involucrado, en mayor o menor medida dependiendo de sus habilidades y tiempo … ¡y va a ser divertido!
Antes de asignar tareas a lo loco y a lo tonto, pensad razonablemente en lo que cada uno puede hacer hacer o va a disfrutar haciendo ¿por qué no?. No sirve de nada pedirles a los niños que preparen unas patatas asadas al horno: a) no saben hacerlo b) pueden acabar en urgencias. Pero si, en función de su edad, podéis ponerlos a mezclar ingredientes, amasar, cortar la fruta, preparar la bandeja de los turrones, … les hará sentirse útiles y partícipes de estos días tan especiales y aumentaréis su autoestima y su motivación. Es mismo argumento sirve para los adultos que comparten vuestro hogar y nunca ¡nunca! visitan la cocina. Por supuesto, lo mismo aplicará a los invitados de fuera de casa (tíos, primos, amigos, etc.) Pensad como los podéis poner a trabajar y ¡motivadlos!.
A algunos se les puede pedir que pongan la mesa pero no que cocinen, algunos prefieren traer un plato preparado de casa, otros estarán felices de compartir tareas en la cocina. A quien sea que le asignes el qué, todo lo que tengas organizado para ese día … te ayudará.
Si, por ejemplo, estáis atareados haciendo la comida principal, el día de Navidad delegad en alguien más para que prepare el desayuno. ¿Os importaría hacerlo mientras continúo con la preparación de la comida? Y hacedles saber que la limpieza es también parte del trato…
Qué tareas son fácilmente delegables, aunque requieran supervisión:
Poner la mesa
Mantener limpia la cocina
Limpiar los utensilios
Preparar los aperitivos
Recalentar los platos
Abrir el vino
Emplatar
Llevar los platos a la mesa
Recoger la mesa
Preparar el café
Llenar el lavavajillas y fregar
y muchas más
¿Os suena eso de?:
¡No, no! Quita de ahí. Ya lo hago yo, que lo vas a poner todo perdido. (Ejemplo de una madre o padre que se resiste a que un inexperimentado miembro de la familia haga sus pinitos en la cocina)
Eliminad de “vuestra lista” todas las tareas delegables que no sea imprescindible que las hagamos nosotros mismos. Vale, no es fácil delegar. Si fuese fácil todo el mundo lo haría. Pero no es imposible. Vosotros lo hacéis mejor que nadie ¡estoy segura! Pero, a veces, “aceptablemente bueno” es muy bueno.
Solo queda disfrutar de la comida y responder con un “pues sí, gracias” cada vez que os digan lo bien que te ha quedado todo y lo mucho que habéis currado… aún con ayuda.