Reunir a toda la familia para las distintas cenas y comidas. Ponerse de acuerdo en qué casa se celebraría la noche buena y la noche vieja, además de la comida de navidad, San Esteban y la comida de año nuevo
A todo esto, había que añadirle regalos para el amigo invisible, regalos para Papa Noël y para los Reyes
Harta, estaba harta de pensar en comidas. Harta de buscar recetas
Cada año tenía que ser original y a la vez tradicional: los canapés sencillos pero vistosos y resultones; el caldo tres horas hirviendo con los galets rellenos y al dente; el pavo de siempre, grande, jugoso y en su punto
Platos y platos de comida. Comida que no se acababa nunca, que siempre sobraba. Comida que se aprovechaba días y días, hasta que, por fin, se terminaba. Parecía imposible, pero finalmente desaparecía de la nevera
Sin contar con los postres, los turrones, los frutos secos y un largo etcétera
Pensando en eso, no era de extrañar que varias semanas antes, no sufriera un ataque de ansiedad con ingreso hospitalario incluido
Pero las navidades llegaban cada año, inexorablemente, y pasaban igual que llegaban. Eso era lo bueno...que pasaban
Este año le ha tocado la cena de fin de año. La peor. La cena por antonomasia. Toda la familia, toda al completo
Y viendo lo que había preparado su hermana en noche buena, su madre el día de navidad y su suegra en San Esteban, le quedaba poco donde elegir
Ya habían comido pavo, el caldo de navidad, canelones, embutidos varios, canapés...
¡Haz un redondo de ternera relleno! ¿Por qué no haces un buen pescado al horno?
¡Qué harta estaba! Le salía la comida por los ojos. soñaba con gambones, cocktail de gambas, polvorones, tronco de navidad... ¡Una auténtica pesadilla!
Y entre todos esos pensamientos, se le venía a la memoria aquellas comidas de cuando era pequeña y en a la mesa había muchas más sillas. Pero eso no importaba, en el comedor diminuto de su abuela, cabían todos. Ahora nadie se explica cómo lo conseguían, pero siempre había sillas suficientes
Y recuerda aquellas comidas sencillas pero deliciosas y de las que nunca sobraba nada
Ella ha intentado toda su vida recuperar aquellos sabores, pero entre tanto canapé, vichysoisse y puñetas, parece que celebran las navidades en hoteles de lujo...
¡Cómo recuerda el puchero de su abuela! Hace tanto tiempo que no saborea un puchero con sabor a pueblo, tanto
¡Ya está decidida! Eso es lo que hará para la cena de fin de año
No quiere ni pensar la cara que pondrá su hermana y sus continuas fotos que sube a instagram. Pensará que se ha vuelto loca. Es muy capaz de enfadarse
Su madre no dirá nada, pero está segura que se sentirá orgullosa de ella y sonreirá por dentro, feliz
Se rie solo de pensar en el momento de servir el caldo, la verdura y los sacramentos, todos sentados alrededor de la mesa, vestidos como para una boda
Pero, qué puñetas, qué mejor momento que la cena de fin de año para comerse el mejor puchero del mundo
PD Cuento inspirado por Almudena Fernández Dorado
INGREDIENTES
500 g de muslos de pollo
1 lata de cerveza negra (33 cl)
1 pimiento verde
1 zanahoria
1 cebolleta
1 diente de ajo
1 cucharadita de harina
3 cucharadas de aceite
Sal
Granos de pimienta
ELABORACIÓN
Cortar la cebolleta en cortes pequeños y cuadrados
Cortar el pimiento en dados pequeños
Cortar el ajo en láminas
Cortar la zanahoria en cuatro trozos a lo largo y luego en rodajas
Salar los muslos de pollo
En la cubeta poner el aceite
Menú Cocina
Dorar el pollo
Reservar
El mismo aceite sofreír la verdura 8-10
Ir removiendo
Añadir unos granos de pimienta
Agregar la harina
Remover y rehogar
Cancelar menú
Incorporar el pollo
Verter la cerveza
Remover
Menú Cocina 12
Consejos de La Farsa
*Si pasado el tiempo hay demasiado líquido, retirar el pollo y programar de nuevo Menú Cocina y dejar que la salsa espese
Receta adaptada del libro La alegría de cocinar de Karlos Arguiñano pág. 300