Las condiciones de aquellos tiempos ya no eran las mismas
El frío, el miedo, sobre todo el miedo de aquel entonces, eso ya había pasado
Ahora estaba preparado para cualquier circunstancia, incluidas la soledad y el miedo
Aún recordaba aquella sensación de encontrarse sólo en el mundo, en un paisaje infinito
Nada le quitaba el frío ni el miedo, ni siquiera el pelaje de los animales ni de su perro
Todas las noches lloraba, cobijado en aquel chamizo por el que se colaba el frío y los ruidos de la noche
Con la primera claridad del día, se despertaba, se lavaba la cara de mocos y lágrimas, dejaba salir los animales del cobertizo y esperaba
Esperaba a su madre que le traía la comida
Era el único momento del día en que se preparaba para ser fuerte
Su madre no podía sospechar nada, debía mantenerse fuerte, la voz no le podía temblar al contarle cómo había pasado la noche, si había pasado frío, si había oído aullidos de lobos
Él intentaba desviar el tema y preguntaba por la comida: ¿qué me ha traído hoy, algo rico, Madre? ¿cómo está hoy la abuela?
Su madre lo sabía todo, se lo había contado muchos años después
La voz casi quebrada al despedirse de ella, los ojos brillantes con alguna lágrima en el rabillo del ojo
Ella no podía hacer nada. Todas los brazos eran necesarios para salir de la miseria que los roía
Ella le confesó que le quitaba comida a sus hermanas, a la abuela, a ella misma, para que él pudiera comer mejor, era lo único en lo que podía aliviarlo
Su madre tenía buena mano en la cocina
Sus platos parecían pequeños milagros, era imposible hacer comidas tan ricas con tan pocos alimentos
Aquella caldereta, eso si que era un milagro
Un auténtico milagro que sólo se repetía una vez al año, el momento de la matanza
Cuando tuvo la oportunidad de cambiar de vida no lo hizo
Los malos momentos quedaron atrás y ahora sólo disfrutaba de las cosas buenas que le ofrecía el vivir permanentemente al aire libre
En días con niebla, aún podía ver a su madre subiendo por el camino, con su pañuelo negro al cuello y un hatillo en el brazo, casi corriendo, con la vista puesta en el camino para no caer y una sonrisa dibujada en su cara cuando ya veía a su hijo
Tenía siete años
INGREDIENTES
1 kg de pierna de cordero deshuesada y cortada en cuadrados como de estofado
1 pimiento rojo
2 cebollas
3 dientes de ajo
1 cucharadita de harina
100 ml de vino blanco
100 ml de agua
3 cucharadas de tomate triturado
1 cucharada de vinagre
Perejil
Aceite
Sal
Pimienta
ELABORACIÓN
Cortar el pimiento en tiras
Cortar las cebollas en plumas
Pelar los ajos
En la cubeta poner 4 cucharadas de aceite
Menú Cocina
Dorar 2 ajos enteros
Retirar
Incorporar la cebolla y el pimiento
Sofreír 5 minutos
Retirar
Agregar la carne
Saltear la hasta dorar por tandas
Añadir la harina
Remover
Verter el vino
Dejar evaporar el alcohol
Agregar los 2 ajos dorados, el tomate, la cebolla y los pimientos
Salpimentar
Cocinar 5 minutos
Añadir el agua caliente
Cancelar menú anterior
Menú Carne 20 minutos
Tapa y válvula cerradas
Majar el ajo restante pelado con el vinagre
Acabado los 20 minutos de la olla, despresurizar manualmente
Añadir el majado
Remover
Dejar cocinar 5 minutos
Espolvorear con perejil
Receta adaptada de la revista Cocina Lecturas nº 106 pág.92