¿Magdalenas saladas? ¡Qué va! Son magdalenas dulces, de las que solemos hacer para el desayuno, a las que le he añadido el toque salado del tomate y el queso de cabra.
De esta forma podrás desayunarlas, pero también te resultarán muy apetecibles a la hora del aperitivo, de la comida o de la cena.
¿Os habéis dado cuenta ya de que éstas no son unas magdalenas cualquiera?
Como casi a todos los quesos, al de cabra, el toque dulce le va genial. Y, en este caso, el tomate se encarga de aportar una nota húmeda y una textura diferente. Si os gusta otro tipo de queso, ¡no dudes en ponérselo!
Ésta fue una de las recetas que preparé de Fernando de Sabor en Cristal y con la que participé en el Día de la Harina y gracias a la que gané un estupendo lote de harinas.
(Para 12 magdalenas, aproximadamente)
- 2 huevos M
- 100 gr. de azúcar
- 60 ml. de leche
- 220 ml. de aceite de oliva suave
- 210 gr. de harina de todo uso
- 5 gr. de impulsor o levadura química (lo que conocemos como levadura Royal)
- 1 tomate
- 1 rulo de queso de cabra
- 1 pizca de sal
En primer lugar, batiremos los huevos y mezclaremos con ellos el azúcar, la leche y el aceite. Es recomendable que vayáis integrando poco a poco los ingredientes y sin dejar de batir.
Por otro lado, mezclaremos la harina, el impulsor y la sal. Como paso opcional, podéis tamizarlo. Y, lo añadiremos a la mezcla de líquidos. Lo batiremos bien, para que no queden grumos, y reservaremos la masa en el frigorífico durante una hora como mínimo.
Podéis aprovechar para preparar la masa hasta con un día de antelación.
Antes de hornear, hay que poner el horno a precalentar a 250ºC.
Mientras que el horno va cogiendo temperatura, cortaremos el tomate y el queso en rodajas.
E iremos rellenando las cápsulas de la siguiente forma: una cucharada de masa y una rodaja de queso y otra de tomate; completaremos con masa hasta la mitad de la cápsula y, justo encima, otra rodaja de tomate y otra de queso.
Utilizad unas cápsulas de buena calidad, a ser posible. Aunque siempre podéis echar mano del truco de introducir las cápsulas en moldes de aluminio o de otro tipo de molde que sea apto para el horno. De esta forma, evitaremos que las cápsulas queden abiertas y así las magdalenas subirán mejor.
Bajaremos el horno a 200ºC y las hornearemos durante 15 minutos aproximadamente. Como siempre os digo, cada horno se comporta de una forma diferente. La clave para saber que nuestras magdalenas están listas es que éstas estén doraditas por fuera, tengan copete y, al introducir un palillo en el centro de una de ellas, éste salga limpio.
Aquí las tenéis recién horneadas. En la receta original nos animan a ponerles un poco de orégano por encima o un chorrito de aceite de oliva. En mi caso no lo hice porque no lo consideré necesario, pero como recomendación es buena y puede que a vosotros sí os apetezca hacerlo.
No tienes porqué comerte todas de golpe. Prueba a congelarlas en bolsitas aptas para ese fin, en la cantidad que te resulte más práctico. En mi caso, pongo dos dentro de cada bolsita, las guardo en el congelador y, cuando me apetece comerlas, las descongelo en un par de minutos en el microondas. Eso si lleváis prisa, porque si sois previsores podéis sacarlas unas horas antes y se irán descongelando poco a poco.
¿Os han gustado las magdalenas saladas? Aquí tenéis otras magdalenas saladas de calabacín, atún y queso para las que no es necesario poner huevo.
Y, para los que queréis magdalenas tradicionales, las dulces, las de desayuno,... ¡No os perdáis estas magdalenas de Xavier Barriga!
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