En casa somos auténticos forofos de los mejillones, preparados de la manera que sea. Desde unos deliciosos mejillones en vinagreta, unos mejillones tigre, simplemente cocidos al vapor o con una salsa gallega como ésta que os enseño hoy.
Además aportan buena cantidad de hierro, así que son buena opción para tratar anemias. Si tienes anemia y no te apetece cocinarlos, siempre puedes comprarlos ya cocidos o en lata en el supermercado, y añadirlos a ensaladas o arroces. ¡Verás que rico!
Y lo mejor de todo, aportan poquitas calorías y si los cocinas sin añadir muchas grasas te estarás beneficiando de un alimento rico, con muchísimas virtudes que, además, nos hará engordar poco.
1 Kg. de mejillones (pesados con concha)
1 cebolla
4 o 5 tomates grandes y maduros
1 vaso de vino blanco
1 cucharadita de harina
1 cucharadita de pimentón agridulce D.O.P Las Hermanas
2 cucharadas de Aceite de oliva
100 ml de agua
Zumo de un limón
Sal
1 hoja de laurel
Perejil picado
Limpiaremos los mejillones, quitándoles las incrustaciones de las conchas y tirando de las barbas que sobresalen. Podéis ayudaros de un cuchillo con punta fina o de un estropajo de acero inoxidable para quitar las posibles incrustaciones de la concha.
Retirad todos aquellos mejillones que estén abiertos antes de ser cocidos y aquellos cuya concha esté rota.
Los pasaremos rápidamente por agua fría y de ahí a la cazuela, donde pondremos 100 ml. de agua, el zumo de limón y una hoja de laurel.
Taparemos la cazuela y calcularemos unos tres minutos, durante los cuales agitaremos de vez en cuando la cazuela para que todos los mejillones se cocinen por igual
Es importante no pasarse de cocción porque los mejillones se encojerán y su aspecto será más feo.
Pasados los tres minutos, los mejillones se habrán abierto con el calor. Desecharemos aquellos que no han conseguido abrirse.
Del resto, desecharemos la parte de concha que no tiene mejillón. Sólo nos quedaremos con las conchas con mejillón y, muy importante, el agua de cocer los mejillones. Este agua le da un sabor a mar, a la salsa con la que les vamos a cubrir, impresionante.
Por otra parte, picaremos la cebolla muy finita y trocearemos los tomates. En una sartén con aceite de oliva, pocharemos la cebolla y añadiremos después los tomates cortados en dados. Cuando el jugo de la cebolla y los tomates esté casi evaporado, añadiremos la harina y dejaremos que se cocine durante un par de minutos.
Añadiremos después el pimentón, el agua resultante de cocer los mejillones (previamente colado) y el vino blanco. Dejaremos que se cocine esta salsa hasta que haya reducido. Pasaremos la salsa por la batidora para que quede más fina y después por el pasapurés para eliminar los restos de piel del tomate.
Pondremos los mejillones con su concha sobre un plato y verteremos sobre ellos la salsa. Espolvorearemos, finalmente, con perejil fresco picado.
Mi recomendación es que los toméis recién hechos. Con la salsa caliente aún y los mejillones templados, después de la cocción. Es cuando más ricos están.
Tendréis la sensación de que el kilo de mejillones se os ha quedado en un diente y querréis más.
Gracias por suscribirte, Un beso. Chus