Un clásico de los desayunos en casa de mis padres es la mermelada, en especial la de naranja, aunque a mi madre le gusta experimentar con todo tipo de frutas siempre con un resultado espectacular.
Si sois de los que agradecéis una buena confitura casera, esta no os defraudará. Además con ella, ayudamos a recuperar una fruta un tanto olvidada por estas tierras, la naranja roja o sanguina, que está buenísima y por algún motivo es realmente complicada de encontrar.
¿Qué necesito?
1 kg de naranjas rojas o sanguinas
1 kg de azúcar
1/2 litro de agua
1 limón¿Cómo lo hago?
Primero lavamos bien las naranjas y las cortamos en trozos, con la piel, como si estuviéramos cortando patatas para una tortilla. Las ponemos en una olla junto con el agua, el azúcar y el zumo de un limón.
Dejamos que empiece a hervir y entonces bajamos el fuego. Cocemos durante media hora.
Pasado este tiempo, batimos la naranja (con la piel) hasta obtener una textura más o menos homogénea.
Dejamos cocer durante uno 10 o 15 minutos más, para conseguir la consistencia deseada.
Colocamos la mermelada en frascos esterilizados, los cerramos y los dejamos enfriar boca abajo para que se cierren al vacío.
¿Qué más necesito saber?
Como veis en la foto el color de la mermelada no es rojo, eso se debe a que las naranjas sanguinas tienen normalmente la piel naranja.
Por supuesto, esta mermelada se puede preparar con naranjas normales y estará buenísima también.