Estamos en otoño y aunque en algunos lugares aún parece que seguimos en verano, las fruterías están llenas de calabazas y nosotras más contentas que unas pascuas porque es un ingrediente que nos encanta. La prueba la tenéis en la cantidad de recetas que tenemos con ella, tanto dulces como este flan o esta tarta, como saladas, como esta crema o esta ensalada.
Rendiros al igual que nosotras al poder de la calabaza.
¿Qué necesito?
250 gr de harina
75 gr de mantequilla
2 huevos
400 gr de puré de calabaza (1 calabaza de tamaño medio es suficiente)
175 gr de azúcar moreno
200 gr de leche entera
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de levadura tipo Royal
40 gr de avellanas picadas
1/2 cucharadita de canela molida (opcional)
¿Cómo lo hago?
Lo primero que tenemos que hacer es preparar el puré de calabaza. Este es el paso más engorroso pero no nos rindamos ya desde el principio.
Pelamos una calabaza de tamaño medio, le quitamos las semillas y la cortamos en cubitos. La ponemos a cocer en una olla con abundante agua o en una vaporera, si la tenéis (esta es la mejor opción ya que así conservará todo su sabor). Cocemos durante 15 minutos y escurrimos bien porque no nos interesa el exceso de agua. Con la ayuda de una batidora trituramos todo hasta obtener un puré homogéneo. Si os parece que después de batirlo el puré está todavía muy líquido, pasadlo por un colador de tela.
Esperamos a que se enfríe.
Vamos ahora a preparar la masa pero antes precalentamos el horno a 180º con calor arriba y abajo.
En un bol grande batimos los huevos, añadimos la mantequilla derretida, la leche y el puré de calabaza.
En otro bol más pequeño mezclamos bien la harina tamizada, el azúcar, el bicarbonato, la levadura y, si os apetece, también la canela.
Vertemos poco a poco los ingredientes secos en el bol de los líquidos teniendo cuidado de que no se formen grumos. Cuando obtengamos una masa homogénea añadimos las avellanas picadas.
Por último, en una bandeja de horno, colocamos los moldes para magdalenas y vertemos la masa dentro con cuidado de no llenarlos hasta el borde ya que crecerán durante la cocción.
Horneamos a 180º durante una media hora o hasta que al pincharlos con un palillo, este salga limpio.
Esperamos a que se enfríen, llamamos a unas amigas, preparamos un café y a disfrutar.