INGREDIENTES (4 personas)
500 grs de carne picada de añojo
1 cebolla rallada
2 zanahorias ralladas
2 dientes de ajo
1 vaso de vino tinto
Salsa inglesa
Tomillo fresco
Romero fresco
Salsa de tomate (o 1 tomate pelado y troceado)
1 vaso de caldo de pollo
Sal y pimienta
Puré de patata:
4 patatas
2 yemas de huevo
Nuez moscada
Queso parmesano rallado
Sal y pimienta
Parece que el blog lo tenía levemente abandonado pero enseguida se vuelve a la carga. Y qué mejor forma que basándome (o fusilando sin cuartel) una receta del Maestro Gordon Ramsay. Con la carne picada hay infinidad de formas de darle salida, y se me ocurrió tantear a este loco chef para ver qué me sugería y date... ¡el Shepard"s pie! Un pastel de carne puramente inglés que lleva su tiempo, su maña y cuyo resultado es espectacular. Pues venga, de viaje al Imperio.
Mientras nos liamos con el relleno vamos a ir preparando el puré de patata. Cocemos las patatas en olla exprés (unos 10 minutos) o en olla normal (a ojo).
Ponemos un chorro de aceite de oliva vírgen extra en una sartén más bien grande. Echamos la carne y salpimentamos. Vamos removiendo bien para separarla y que se vaya friendo por todas partes. En cuanto no haya tono rosado por ninguna parte es el momento de añadir la zanahoria rallada, la cebolla rallada y el ajo en trozos pequeños (lo suyo es un machaca-ajos, en su defecto cirujía fina con el cuchillo).
Movemos bien todo para que se vaya haciendo siempre a fuego vivo. Echamos un buen chorro de salsa inglesa, que le da un toque bastante interesante a la carne. Removemos. Añadimos la salsa de tomate, 4 o 5 cucharadas generosas. Se sigue dale que te pego. Turno para el vaso de vino tinto, mezclamos un poco y esperamos que evapore el alcohol.
Picamos bien las hierbas (tomillo y romero) y las añadimos a la mezcla. Y por último echamos el caldo de pollo bien caliente. Removemos bien durante 3 minutos. La cosa es que nos tiene que quedar como una especie de pure, todo bien integrado para que luego quede compacto. Una cosa echa.
Trituramos las patatas con la ayuda de un pasa-puré o un machacador (o un tenedor, y que trabaje el biceps). Añadimos un poco de sal, pimienta, nuez moscada... Vertemos dos yemas de huevo y rallamos bastante queso parmesano. Lo mezclamos todo con fuerza.
En una fuente o bandeja de horno echamos una buena capa de carne. Cubrimos con el puré de patata que selle bien toda la parte de arriba. Rallamos más queso por encima y (según Ramsay) pinchamos con un tenedor la superficie.
Con el horno precalentado a 180º introducimos la fuente y dejamos que se termine de cocinar y gratinar unos 20 minutos. El resultado es, de verdad, altamente espectacular. ¡God save the Queen...! O a Gordon Ramsay, en su defecto...
Película ideal para degustar este plato
THE MAN WHO WOULD BE KING
("El hombre que pudo reinar" de John Huston - 1975)
Este plato desprende pedigree made in England. El "Shepard"s pie" o pastel de carne es un clásico de la cocina británica, cuya gestación supone esfuerzo y saber conjugar elementos distintos en un mismo bloque (nunca mejor dicho). Siendo la teoría fácil, la práctica se acaba convirtiendo en una aventura donde no hay hueco posible para la pausa. De éste, y no de otro modo, tenemos en nuestras manos un núcleo británico y diversión épica. Tenemos en nuestras manos a "El hombre que pudo reinar". Esta descomunal epopeya, divertida y de precisión cirujana, corre a cargo de un titán de la cámara y la pluma: John Huston. El ojo que nos llevó río abajo con la Reina de África, o que nos mostró que un halcón maltés es de lo que están hechos los sueños, nos catapulta a una aventura en toda regla, de esas que te clavan en el sillón y que no te dejan pestañear. La receta, por su proceso largo y que requiere de nuestra mejor pericia, se asemeja a ese viaje que emprenden dos granujas codiciosos al "servicio" de su Majestad (Caine y Connery, soberbios es poco) que buscan tesoro y gloria a través del impenetrable Himalaya. Su andanza necesita de sus mejores dotes de supervivencia para alcanzar el destino final, hacerse dueños del pueblo y saborear las mieles del oro. Nosotros hemos tenido que trabajar la carne (abrupta como los riscos montañosos), realizar el puré (de tonalidad desértica como la zona que "reinarán") y luchar con sabores, mezclas, hierbas y salsas para adueñarnos de nuestro particular Kafiristán. Dos trozos dispuestos sobre la mesa que juegan a ser esos dos soldados llenos de vitalidad, rellenos de carismáticas personalidades (no hay más que ver la suculenta mezcolanza de aromas que dominan el plato) y coronados por un puré que no hace otra cosa que engrandecer su figura. Un pastel de carne que, como la película, emana aventura, diversión, épica y tal vez, leyenda. No hay duda; la gloria está a solo un flechazo (o bocado) de distancia...