Y os preguntaréis por qué en lugar de hacer una tarta de zanahoria en condiciones con sus tres pisos incluidos, tan vistosa ella y tan bonita, se me ocurre meterla en unas minicopas, que aunque está igual de buena no es lo mismo. Y sobretodo también porque no tengo ninguna receta de Carrot Cake publicada hasta la fecha. Y no es que haya que tenerla pero bueno, la tarta de zanahoria es un clásico y meterla en unas copas como he hecho yo puede parecer a primera vista un poco raro, pero como todo en la vida tiene una explicación.
Resulta que Ania, seguidora de Corazón de Caramelo, probablemente la número 1, un día me escribió un mensaje y me preguntó precisamente que teniendo tantas recetas, le parecía extraño que no tuviese publicada todavía ninguna de la clásica Carrot Cake. Le conté que una vez había hecho una, precisamente para publicarla en el blog, y al ir a desmoldar el bizcocho éste se me partió por la mitad y se desparramó por toda la mesa . No os imagináis la rabia que me dio, porque además os confirmo que el bizcocho en cuestión estaba de muerte. El caso es que se me quitaron las ganas de hacer una segunda tarta de zanahoria, sobretodo porque mi lista de recetas por hacer es inmensa y entonces dejé la de la tarta de zanahoria para otro momento. Y ese momento fue el otro día como os contaba, cuando Ania me la pidió y no me lo pensé dos veces porque Ania para mi es una persona muy especial y si ella quería ver esa tarta en el blog, yo no podía dejar de hacérsela. Creo que a estas alturas habéis deducido ya que algo fue mal ¿verdad? y así fue y esta vez no al desmoldar los bizcochos (esta vez en lugar de uno y más grande, hice tres pequeños). Fue cuando empecé a rellenar la tarta con la crema de queso y a cubrirla cuando de repente y sin venir mucho a cuento, los discos de bizcocho empezaron a agrietarse y a desmoronarse por todas partes. Os imagináis mi cara entonces ¿no? Pero en esta ocasión se me ocurrió que metiendo la tarta en unas copas de cristal, no tendría escapatoria y eso es justamente lo que hoy os traigo, un postre más que una tarta hecho a base de la clásica Carrot Cake o tarta de zanahoria.
Os aseguro que está impresionantemente buena, pero no se por qué esta tarta se me está resistiendo un poco, aunque con lo cabezota que soy estoy segura que la conseguiré hacer y crucemos los dedos para que sea a la tercera
La receta de los bizcochos la saqué del libro de Martha Stewart, pero claro a ella le quedó la tarta de maravilla y preciosísima, como no podía ser de otra manera. Me encanta ese libro por cierto, tiene unas tartas y unos bizcochos para acompañarlos con un café o un té que son increíbles todos ellos.
INGREDIENTES:
Para los bizcochos:
345 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
300 gr. de harina
180 gr. de azúcar moreno
100 gr. de azúcar blanco
3 huevos a temperatura ambiente
450 gr. de zanahorias ralladas o trituradas con un procesador de alimentos
120 gr. de nueces
120 ml. de agua
1 cucharadita de levadura química tipo Royal
1 cucharadita de bicarbonato sódico
1 cucharadita de canela en polvo
3/4 de cucharadita de sal
1/2 cucharadita de jengibre en polvo
1/4 de cucharadita de nuez moscada
2 cucharaditas de extracto de vainilla
Para la crema de queso:
250 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
400 gr. de azúcar glass tamizado
500 gr. de queso crema (tipo Philadelphia) a temperatura ambiente.
2 cucharadita de extracto de vainilla
Para decorar:
Nueces caramelizadas (puedes ver cómo hacerlas aquí)
ELABORACIÓN:
Precalentamos el horno a 180º C. y engrasamos tres moldes de 23 cm.
En un bol mezclamos la harina, la levadura, el bicarbonato, la canela, la sal, el jengibre y la nuez moscada y lo mezclamos todo bien con una cuchara.
Batimos juntos la mantequilla con los dos tipos de azúcar durante 4 ó 5 minutos, hasta conseguir una consistencia esponjosa y que haya blanqueado ligeramente.
Comenzamos a añadir los huevos de uno en uno y esperaremos a que se vayan integrando en la mezcla antes de añadir el siguiente.
Continuamos batiendo y añadiremos ahora el extracto de vainilla, el agua y las zanahorias. Seguimos batiendo hasta que veamos que todos los ingredientes están perfectamente integrados.
Bajamos ahora la velocidad y comenzamos a añadir la harina a cucharadas y una vez que se haya integrado bien, añadiremos también las nueces.
Dividimos la masa entre los tres moldes que teníamos reservados y la horneamos durante 30 minutos aproximadamente.
Desmoldamos con cuidado sobre unas rejillas y dejamos que se enfríen por completo.
Mientras se enfrían los bizcochos, vamos a preparar la crema de queso y para ello batimos primero el queso con el extracto de vainilla y cuando obtengamos una crema lisa y homogénea añadiremos la mantequilla. Continuamos batiendo hasta que se integre bien con el queso y procederemos entonces a añadir el azúcar a cucharadas hasta que tengamos una mezcla uniforme y sin grumos.
Ahora vendría el paso de montar la tarta, echando una parte de la crema de queso en cada piso y cubriéndola posteriormente con el resto de la crema de queso, pero ya os he contado lo que me ocurrió y lo que veis a continuación es lo que hice yo finalmente. Y ya os digo que no es lo mismo, pero que buena, estaba buenísima eso os lo puedo asegurar. Me encanta las especias que lleva esta tarta que hacen que tenga un sabor de lo más particular y exótico
ALGUNAS ACLARACIONES:
Si optas por hacer la tarta, es mejor hacer los bizcochos el día anterior, envolverlos en film transparente y dejarlos en la nevera. Pienso que de esta manera habrían quedado más firmes y no me habría ocurrido lo que me ocurrió.
Una vez montada la tarta (o las copas), conservarla en la nevera durante no más de tres días.